Textiles Viedma: Una gran expectativa de desarrollo industrial frustrada / Por Omar Lehner*

Viedma.- (APP) En los años 1940-1950 Viedma tenía dos aspiraciones que movilizaban a importantes sectores de la comunidad: El riego del Valle Inferior y el Lavadero de lanas.

Recuerdo que, ante la presencia de algún funcionario nacional, se firmaban petitorios para impulsar estos proyectos.

En la década de 1960 la firma Masllorens Hermanos S.A., industria lanera nacional, inicia lo que sería la planta textil lanera ubicada en lo que hoy es -pero entonces todavía no era- el Parque Industrial, y que se conocía como la Chacra de Soler.

Posteriormente, con el aporte accionario de vecinos de Viedma, se transforma la empresa en Textiles Viedma S.A., con domicilio en la localidad y una importante contratación de mano de obra local.

El proyecto superó la aspiración del lavadero, ya que era una planta de lavado y peinado de lana, que luego se integró con secciones de hilandería y tintorería donde, partiendo de la materia prima –lana sucia-, entregaba como producto terminado ovillos de lana de colores listos para tejer.

Los productores laneros de la zona entregaban su producción a la planta textil con la mediación del comprador de la empresa: Luis Mendaña.

El técnico que organizó la producción y supervisaba todo el proceso fue el Ing. Vandervielle, de origen francés, que se radicó en Viedma.

El gerente de la planta, encargado de negocios y su administración fue el Contador Jacobo Beker, que se había desempeñado anteriormente como Secretario de Comercio e Industria de la Provincia de Río Negro y asesor del Banco de la Provincia.

Textiles Viedma S.A., con una planta de personal de 200/250 personas, con una alta proporción de mujeres, era una institución animadora de muchas actividades de la comunidad. Auspició la Fiesta de la Lana, que culminaba con la elección de la Reina.

También hubo un gran almuerzo en las instalaciones de la planta cuando se inauguró el sector hilandería, con la actuación de Horacio Guarany y una numerosa concurrencia.

A fines de 1969 David Graiver había comprado el Banco Comercial de La Plata, que se convirtió en el primer eslabón de una fenomenal expansión empresarial, y en solo en seis años pasó a ser el dueño de un emporio que incluía varios bancos europeos y norteamericanos, galerías comerciales y Papel Prensa entre otros muchos negocios, incluyendo Textiles Viedma S.A.

El grupo Graiver se vio envuelto en una serie de hechos nacionales complicados como su vinculación con Montoneros y la maniobra de Papel Prensa entre otras situaciones.

Textiles Viedma entró en crisis, los inversores huyeron. Requeijo formó una Comisión Interventora de la que participaron Jorge José Leyro Diaz por la Federación de Sociedades Rurales de Río Negro, Orfilio Modesto Arró como Director de Personas Jurídicas, Fernando Cardozo por la Asociación Obrera Textil, Ángel Jaca gerente de la sucursal Viedma del Banco de la Nación Argentina y quien escribe, donde asumí tareas de administración en conjunto con Jacobo Beker, que permaneció como gerente de la planta.

La Comisión en pleno viajó por trámites a Buenos Aires a los bunkers de los accionistas. Con Beker viajamos varias veces a Bahía Blanca y Buenos Aires para vender lana a comercios del ramo.

Advertí luego, que la intervención dispuesta por el Gobernador de facto no era una facultad propia del Poder Ejecutivo y luego de algo más de un mes renuncié.

Poco después se dictó la quiebra de Textiles Viedma en el Juzgado Civil y Comercial de Viedma a cargo del Dr. Semeraro y se designó síndico al Contador Juan Carlos Matarrese.

Los responsables de la empresa fueron perseguidos penalmente y Jacobo Beker, que no tenía participaciones sociales en el grupo, pero en su papel de gerente fue condenado a prisión, que cumplió en la cárcel de Viedma. Según mi opinión injustamente.

En 1974/75 en función de un decreto nacional que permitía que el gobierno designara interventores en la sociedades quebradas que representaban interés social por la cantidad de personal ocupado, el gobernador Mario Franco designó a Amadeo Wucusich  y Jorge Hechen, que se desempeñaron con eficiencia junto al Contador Matarrese, quien se constituyó en el conductor de todo el proceso productivo y económico de la planta, adquiriendo conocimientos muy relevantes de todo su funcionamiento y desempeñándose con una gran responsabilidad y dedicación.

Finalmente, en diciembre de 1977 el proceso de quiebra termina en el remate de la empresa y la planta pasa a ser propiedad de Textiles Lahusen S.A. El grupo Lahusen tenía una larga actuación en la Patagonia, y en ese momento entre otras actividades manejaba un supermercado en Bariloche.

La planta se mantuvo activa y con la dotación de personal constante en 200/250 trabajadores y trabajadoras, hasta el año 1989 en que Lahusen presenta quiebra.

Como Lahusen tenía domicilio en Buenos Aires, la quiebra se tramita en los tribunales porteños y el síndico fue un profesional de la capital.

La quiebra se resolvió con el sistema de continuidad empresaria, es decir, continuar la actividad industrial y comercial con la vigilancia del síndico, el juez de la quiebra y la actuación de un coadministrador judicial.

El síndico designado viajó a Viedma y me propone que asuma como coadministrador judicial en marzo de 1990. Acepté y supervisé las operaciones con la asistencia del gerente, el ingeniero Enrique Garzon.

Ya desde antes de estos hechos, la planta trabajaba “a façon”, sistema que consiste en recibir lana sucia de terceros y procesarla para entregar el producto terminado, que en ese momento se limitaba al lavado y peinado, dando lugar a los “tops” de lana peinada. El servicio se cobraba según el tipo de proceso y ese ingreso es el que permitía sostener los gastos en personal y los demás propios de la actividad.

La empresa no generaba utilidades, pero se sostenía con el apoyo del Banco de la Provincia de Río Negro.

Esta situación duró hasta agosto de 1990 en que el síndico propone y el juez acepta terminar con el sistema de continuidad de la empresa, cerrarla y proceder a la subasta del inmueble, máquinas, instalaciones, muebles, etc. que formaban parte del activo social.

Frente a esta decisión hice varios informes desaconsejando el cierre y remate, por cuanto la venta de la empresa en marcha garantizaba mejores resultados que el desguace y subasta individual de los bienes.

No se tuvo en cuenta mi opinión, la planta cerró el 14 de agosto de 1990 y se llegó al remate, con los resultados previstos: la venta a precio vil de los bienes, con la intervención de la mafia de los remates judiciales de Buenos Aires que impide la libertad de los oferentes y monopoliza las operaciones, arreglando con el interesado un precio por cada objeto.

Mi condición de coadministrador judicial me permitía acceder al expediente en el juzgado de Buenos Aires. Solicité el legajo del Banco de la Provincia de Río Negro formado con su presentación para verificar créditos en la quiebra.

Comprobé que el Banco había tenido sus créditos garantizados con hipoteca sobre el inmueble y prenda sobre todo el equipamiento, pero que meses antes de que Lahusen se presentar en quiebra, había renovado esos créditos a sola firma del titular Hans Christian Lahusen, con lo que perdió todas las garantías y quedó relegado a la condición de acreedor común que recibiría el porcentaje de los créditos que permitiera pagar la recaudación por la venta de los bienes. Una operación notoriamente lesiva para los intereses del banco provincial.

Entregué esos elementos de prueba a la Comisión Gremial Interna del Banco de la Provincia de Río Negro, cuyo Secretario General era Mario Aliani, con él, con otro gremialista, Pérez León y el fiscal Gutierrez Elcaraz trabajamos en la denuncia penal contra el Director Ejecutivo del Banco, Francisco Ricciardulli y el Ministro de Economía César Nouche que era el presidente del Consejo de Administración del Banco, cargo que correspondía al Ministro de Economía según la Carta Orgánica del Banco.

Los funcionarios fueron condenados y también Olavarrieta que era Jefe de Créditos y había puesto la firma en las renovaciones de créditos sin garantías, seguramente por orden de sus superiores.

Además del perjuicio económico de esta renovación, el Banco perdió la oportunidad de manejar, como acreedor con garantías reales, la venta de la planta, facultad que la ley le da a los bancos con créditos así garantizados. Esa facultad le hubiera permitido seleccionar una oferta y una empresa para vender la fábrica en funcionamiento y mantener su continuidad en lugar del despedazamiento que significó el remate anulando toda posibilidad de mantener ese emprendimiento tan valioso para la zona.

Así terminó Textiles Viedma, Textiles Lahusen, desmantelada y poniendo fin a una de aquellas expectativas de desarrollo que la comunidad de Viedma alentaba en los años 40-50, que duró 30 años con altibajos, pero siendo siempre una fuente importante de mano de obra, que empleó a muchos obreros y obreras de la línea sur, quienes adquirieron conocimientos como operarios industriales, algunos en tareas delicadas como el laboratorio de análisis, la peinaduría, la hilandería y la tintorería. (APP)

*Contador Público y ex ministro de economía de la provincia de Rio Negro.