Anecdotario  sobre figuras y hechos históricos y políticos en el pasado de Viedma y  Patagones/Por Omar Nelson Livigni

 

Viedma.- (APP) La proximidad de las campañas proselitistas a nivel provincial y nacional, constituye una buena excusa para exhumar datos históricos y valiosas referencias de la tradición oral y familiar que se inscriben en el pasado político de la Comarca Viedma-Patagones.

Vamos a comenzar por lo  que sucedía en estos  pagos sureños en la época de Juan  Manuel de Rosas, donde los aspectos generales de lo que sucedía en Buenos Aires se replicaba en estas poblaciones hermanas. En el museo “Emma Nozzi”,  de Patagones  existen   elocuentes referencias de la vida social y política de  estas comunidades hasta poco antes de 1853. Entre los comunes denominadores de aquel gobierno que regía, se   imponía en forma severa la autoridad, como la obligatoriedad de portar el cintillo rojo punzó en la vestimenta  que identificaba a los fieles federales.

La falta de identificación  de los infractores se  castigaba con una pincelada de alquitrán a plena luz del día sobre la humanidad del transgresor.

El “Restaurador de las leyes” contaba con un singular consenso en los distintos sectores sociales, especialmente con los ganaderos y productores, al mejor estilo de lo que acontecía en la provincia de Buenos Aires.

Después de 1853, en el periodo 1878-1879,  aparece en el escenario  el coronel Álvaro Barros como gobernador del Territorio Nacional de la Patagonia y el general Julio Argentino Roca que el 25 de mayo de 1878 presidió la celebración de la fiesta patria frente al ejército expedicionario de la mal llamada Conquista del Desierto en Choele Choele.

Si bien la discutida  y polémica  incursión cumplió  objetivos geopolíticos,  como el de afianzar la frontera del país al sur del río Negro, la expedición sirvió para que Roca, en su tránsito a la presidencia de la República,  aprovechara su regreso a Buenos Aires  ostentando su carácter de militar victorioso.

Roca se embarcó en el vapor “Triunfo” en Choele Choel y fue recibido  por los vecinos de Patagones, quienes lo agasajaron con una cena y de homenaje. La calle del bajo junto al río estuvo engalanada por arcos y carteles con leyendas laudatorias hacia quien ya se consideraba seguro presidente de la República.

Los diarios porteños de aquel tiempo dieron cuenta de la multitud que recibió a Roca en el puerto de Buenos Aires,  un capítulo de su campaña política que lo llevó meses después a la Casa Rosada

Avanzado el calendario,  antes de 1916, los radicales de  Patagones se sumaron en 1905 a una de las frecuentes revoluciones armadas que propiciaba Hipólito Yrigoyen contra el “régimen falaz y descreído” en demanda de la ley del sufragio libre que fue sancionada durante la presidencia de Roque Saénz  Peña.

Los aguerridos dirigentes y afiliados hicieron causa común con los integrantes del clero local  y con fusiles introducidos  por el puerto de San   Blas tomaron  y ocuparon el edificio de la municipalidad en cuyas puertas se plantó una bandera de la Revolución del Parque (1890), con sus colores  tradicionales rojo, blanco y verde claro.

Los “boinas blancas” fueron finalmente desalojados por efectivos militares llegados desde Bahía Blanca, pero antes  de rendirse desfilaron con armas al hombro en torno al perímetro de la plaza “7 de marzo”, escribiendo una  relevante página del civismo de Patagones que ninguno de los dirigentes de la UCR se ha preocupado por recordar.

La ley del voto secreto fue resistida  por los sectores afines al poder  y las prácticas del fraude en todas sus variantes, al servicio de los oficialismos de turno, fueron envileciendo la política argentina.

El  fraude electoral llegó a extremos en la provincia de Buenos Aires, durante la gestión del   gobernador Manuel Fresco, esquema  que salvando las distancias  y con algunos límites y diferencias llegó  a Patagones y Viedma.

Vicios de la política criolla hoy convertidos en  cuentos  que  se repiten porque tienen veracidad y describen  con un plausible ejercicio de memoria   momentos ya lejanos de la vida  lugareña,  donde las observaciones más agudas se entreveran con el humor y en términos muy similares a  a los relatos de  Roberto J. Payró  en su conocida obra  “Pago Chico”.

En estos lares en Patagones hubo grandes caudillos como el dirigente conservador Américo Barbieri, hombre de gran arrastre en los sectores  medios y populares. Además se dio  la coincidencia que durante muchos años  cumplieron  una recordada actuación como médicos y dirigentes políticos  de sectores partidarios enfrentados el conservador Pedro Ecay y el radical   Domingo Harosteguy.

Lo singularísimo  de esa relación fue que por sobre las púbicas diferencias que mantuvieron en aquellas jornadas de fraude electoral y balazos, ambos galenos fundaron una clínica médica en Viedma a la altura de la calle Gallardo al 400.

Allí en los fondos de ese edificio que lindaba con el río, perecieron ahogados en la  década de los años 20 los hijos mellizos del  Dr. Harosteguy,  desgracia  que se sintió como una verdadera tragedia colectiva para las comunidades de Viedma y  Patagones.

Pero sin duda alguna el gran jefe político de Viedma fue Felipe Contín (foto), fundador de la UCR y con reconocida actuación en toda la región.

Resultó un dirigente carismático y generoso que dilapidó una cuantiosa fortuna, apoyando al radicalismo y colaborando con su gente. Fue  intendente, presidente del Consejo Municipal y edil en reiteradas oportunidades en el municipio de Viedma e importante gestor de obras públicas para la ciudad.

Falleció en 1936 y fue reivindicado recién en  1986, a iniciativa del periodista que firma esta nota que solicitó al Concejo Deliberante la imposición de su nombre a uno de los boulevares de esta capital como reparación histórica.

Merecen especial atención las derivaciones del golpe de Estado del 4 de junio de 1943 en el viejo territorio nacional de Río Negro.

En aquella oportunidad fue designado interventor militar el Coronel Lebrero, quien como jefe de la represión a una huelga de trabajadores ocurrida en Rosario -Sante Fe- fue acusado de ordenar el fusilamiento  clandestino de uno de los trabajadores sindicados como cabecilla.

Aquí  estableció una administración  de neto perfil fascista, promovió persecuciones a integrantes de la comunidad judía, ordenó la quema de libros y reprimió -como ocurrió en Villa Regina-, actos públicos organizados por fuerzas políticas democráticas

El triunfo electoral de Edgardo Castello en 1958,  cierra un capítulo institucional de las democracias restringidas y hasta hoy fue el primero y último   obtenido por un dirigente político de Viedma, siendo todos sucesores ungidos por el voto popular dirigentes provenientes de Bariloche, como el caso de Osvaldo Álvarez Guerrero, siendo oriundos del Alto Valle Mario Franco, Horacio Massaccesi, Pablo Verani, Miguel Saiz y el actual  mandatario, Alberto Weretilneck. Todo lo que vino después es historia .- (APP)