Camino al balneario El Cóndor/Por Liliana Verbeke*

 

Viedma.- (APP) Si dijéramos que el balneario El Cóndor se sitúa a 30 Km de la ciudad  capital de Río Negro  estaríamos repitiendo lo que varios folletos y campañas de promoción turística indican. Si dijéramos que hubo gente que sin pensar en la historia pero sí sabiendo de la importancia que los baños de mar tienen y aportan a nuestra  salud, estaríamos como aquellos pioneros creando conciencia sobre lo relevante que tiene una provincia con un litoral marítimo como el nuestro, que aunque parezca mentira muchos rionegrinos aún no conocen, y con un puerto y un muelle de cargas que muchas jurisdicciones quisieran tener.

Pero la memoria de la Congregación Salesiana, que todo lo registra, da cuenta de que fieles a las enseñanzas y el ideario de Don Bosco respecto de los jóvenes y su salud física y espiritual, y conocedores casi todos por su propia experiencia europea sobre las bondades de los baños de mar, los sacerdotes responsables de los Colegios San Francisco de Sales en Viedma y San José de Carmen de Patagones no dudan en emprender con los pupilos lo que sería para la historia el primer viaje o excursión de la época… Pues no dudo de que antes las tribus que llegaban cerca o los habitantes de los pueblos originarios de entonces también tomarían baños allá en el “agua grande”, como también lo han hecho viajeros y reconocidos naturalistas, encantados muchos de ellos con el microclima de la desembocadura del Río Negro.

De este modo son los misioneros  salesianos  y  pupilos  los que  el 26 de enero de 1887 bajo la responsabilidad  de D. Piccono y los sacerdotes Dallera, Aceto y Stefenelli provistos de dos barcazas a remo van navegando río abajo hacia la desembocadura, con el objeto de pasar algunos días de campamento en torno al mar, siendo la primer excursión de los curas y sus discípulos al balneario.

Los registros de la Congregación dicen que “se instalaron sobre la playa cercana a la confluencia del río y el mar, donde todos durmieron acostados sobre la arena y tapados con lonas. Durante una de las jornadas (se extendió por dos días la salida) “el grupo caminó hasta la obra en construcción del Faro a más de cinco kilómetros de distancia, inaugurada el 25 de mayo de ése mismo año. Regresaron la noche del día 28 tras haber disfrutado tal paseo y contentos con las atenciones recibidas por parte del Comandante de la Escuadrilla del Río Negro, Mayor Martín Rivadavia”.

El Padre Garrone solía orientar estos saludables viajes para los que contaba incluso con la colaboración de la Prefectura Naval que solía proveer los lanchones. Una vez en la costa los jóvenes realizaban largas caminatas playeras, hacían el campamento cerca de la desembocadura y con el tiempo levantaron una humilde pero necesaria Capilla de chapas y maderas desde donde también podían ofrecer el servicio religioso. Todos los integrantes de la Misión; sacerdotes, laicos y pupilos hicieron siempre el paseo yendo por el río.

El farmacéutico Mazzini, miembro de la comunidad salesiana y colaborador del Padre Garrone, fue un impulsor del balneario y recomendaba encarecidamente a todos tomar baños de mar.

La memoria y el aporte fotográfico del Padre (SDB) Vicente Martínez Torrens recuerda también a los coadjutores salesianos Viglietti y Don Zatti; éste último acompañaba  los contingentes entre (1911-1915) tras la muerte del padre Garrone atendiendo a su vez  algún enfermo. El padre Vicente pasó por el Seminario viedmense y como tal también  participó de los campamentos en La Boca y Bahía San Blas.

Van apareciendo las primeras casillas de chapa y /o madera entre 1913 a 1917/19 a excepción de la de Don  Marino Malpeli que era de material. En junio de 1920 Mazzini recibe el primer permiso para construir, cosa que a su solicitud le otorga el Gobierno del Territorio.

El 10 de febrero 1935 se formó la primera comisión Pro-Balneario presidida por Mazzini, que era inmigrante de la región italiana de Emilia Romagna, quien también venía impulsando la construcción de las que serían las primeras viviendas muy cerca del mar. Estaba acompañando en la comisión como tesorero por Don Marino Malpelli, y los demás miembros fueron Mario Matteucci, Atilio Casadei, Agustín Aprá, Lázaro Lazarini y Vicente Fagioli.

La villa había adoptado el nombre de uno de los propulsores: Mazzini. Con este nombre aparecía en algunos mapas hasta el 29 de diciembre de 1948, fecha en que mediante un decreto el gobernador del Territorio de Río Negro, el Ing. Miguel Montenegro, cambió la denominación por la de “Balneario El Cóndor”.

La  nueva –entonces- y actual denominación rinde homenaje al nombre de una embarcación danesa que encallara el 26 de Diciembre de 1881 en proximidades de la Desembocadura y tenía un cóndor tallado, lo que daba nombre a la embarcación, mascarón de proa que se conserva precisamente en el casco de ese establecimiento, propiedad primero de la Flia. Harriet y hoy de la Flia. Pérez Entraigas.

El mismo balneario que vio caminar por su actual costanera a Don Pedro Hans-Krusse, tripulante de aquel barco, y al Doctor Jorge Humble, médico a cargo de la Sanidad Municipal y pastor de la Misión Anglicana en Viedma.

Ya a principio de 1900 Don Atilio Casadei y su cuñado Malpelli realizaban a bordo de una villalonga (vehículo) los primeros viajes a la desembocadura del río. Casadei fue un pionero de la pesca, trayendo la primera red de pesca desde Italia, que era de grandes dimensiones y se necesitaban seis personas por lo menos, para moverla.

El 24 de febrero de 1955 se crea oficialmente la primer Comisión de Fomento presidida por Marcelo Bagli, la que marcó una impronta, instalando el alumbrado, limpieza y barrido de calles y playas. Se inauguró una línea de colectivos, un destacamento policial y una plazoleta, entre otras.

La construcción de la primer Salita de Salud se da cuando era “Delegado Municipal” Don Mario Cailotto, al igual que la construcción de la bajada junto al Faro.

Don Prudencio Luz funda el primer hotel y restaurante (Achavil) con pista de baile anexa. Un capítulo especial merecen los fundadores del Club de Pescadores.

Don Otto Lehner también fue uno de los que edifico su casa en los comienzos  del balneario y la crónica lo recuerda como un eximio nadador y servicial vecino, el que a pesar de retirarse a descansar era muy común llamarlo  para que fuera a atender o auxiliar a algún automovilista que se quedaba en el camino.

Son innumerables las pequeñas grandes historias familiares y de recordados eventos sociales y comunitarios como así también los nombres de recordados pioneros, muchos hoy residentes, que bieén  detalla en su libro “Por las calles del Balneario” la escritora “maragata” María Cristina Casadei y su equipo de investigación, obra que debe ser tenida en cuenta pues esboza siluetas y personajes que tuvieron un sueño que se multiplicó con creces.

Una nota aparte merece el clima y ambiente especial de la Desembocadura que atrajo a viajeros, investigadores y ornitólogos, el bullicio de los Loros Barranqueros y la promoción turística. Sin embargo hubo alguien, Tito Hildemann un defensor de “La Boca” a rajatabla  que sin estudio de mercado, redes sociales ni video alguno hacia la propaganda del lugar luciendo con orgullo y convicción en las puertas de su camioneta la inscripción determinante : “Visite el Balneario El Cóndor”.

Las visitas se sumaban año a año: el bullicio y la alegría de los campamentos juveniles más los primeros automóviles fueron antesala de los actuales “boliches” y “4×4”, causantes (según algunas crónicas) de las molestias y enojos de algunos vecinos de entonces, los que dieron forma y sustento a la villa marítima de hoy con sus viviendas y varias importantes construcciones. Es mi opinión que no podrían haber sido unos sin los otros.

A 122 años de aquél viaje de los salesianos, cómo no valorar a estos adelantados y a los miembros (mayormente) de la Colectividad Italiana de Viedma y Carmen de Patagones, quienes al igual que otros muchos recordados vecinos, primero acampaban, y luego fueron haciendo sus casillas, que son para la historia y la memoria propia y ajena la piedra angular del balneario que es hoy El Cóndor, más allá de algunas carencias.

*Diplomada en preservación del Patrimonio NyC. (UBP)