Certezas e interrogantes del FdT tras el resultado electoral/Por Claudio García

Viedma.- (APP) Gracias a la remontada de votos en provincia de Buenos Aires, el FdT  pudo recuperar algo de lo que fue el resultado de las PASO y, aunque retrocediendo en sus bancas, seguir siendo primera minoría en Diputados y Senadores. Con lo cual no ha sido la catástrofe que impulsaban tanto el establishment como los medios de comunicación concentrados.

Mucho retroceso igualmente en el interior, especialmente en grandes distritos (Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos…), y sólo se recuperaron, respecto a las PASO, Chaco y Tierra del Fuego. Mucha derecha en Ciudad de Buenos Aires si uno suma JxC más el facho-libertario de Javier Milei. El crecimiento de Milei como el de José Luis Espert merece unos párrafos aparte, ya que constituyen un alerta contra el avance del neofascismo y quizás habrá que pensar en leyes que resguarden a la democracia de una mayor evolución electoral de estas expresiones. Junto a estas leyes también una reforma que termine con los privilegios de la clase política, porque si prende, especialmente en jóvenes, el discurso de “la casta política”, es porque no suelen diferenciarse mucho, socialmente hablando, las elites partidarias de las empresarias. Sabemos por supuesto que el establishment suele fogonear la crítica a los políticos para dejar campo orégano al mercado y el estado sea copado directamente por los personeros y gerentes de las grandes empresas y el capital financiero, como fue una muestra “el mejor equipo de los últimos 50 años” del gobierno macrista. Pero se suele pensar como se vive, y si se consolida algo así como una nomenklatura de políticos privilegiados económicamente -que por nepotismo incluye a gran parte de sus familias-, personajes nefastos como Milei canalizarán la bronca de distintos sectores sociales hacia esas “pequeñas elites” que por sus privilegios se van alejando cada vez más del pueblo,  como dijo Juan Grabois hace un tiempo. Esto además no es exclusivo de Argentina ni de Brasil, donde gobierna un neofascista como Bolsonaro, en países europeos como Francia, el voto tradicional de los trabajadores, que antes se encolumnaba con la socialdemocracia y la izquierda, cada vez más se vuelca a la ultraderecha.

Por suerte no obstante no todo es crecimiento de la derecha extrema, hubo una buena elección del FIT que quedó como tercera fuerza, aunque muy lejos de terciar en la polarización nacional entre JxC y FdT, y más cerca en los números de los Milei y Espert.

Tras la derrota electoral, el gobierno nacional indudablemente debe cambiar. Ya superados también los mayores condicionamientos de la pandemia y, aún con el ancla de la deuda que dejó el macrismo, hay que volver a lo que se prometió en el 2019, kirchnerizarse a mi juicio, a pesar que la derecha quiere aprovechar la debilidad de Alberto Fernández para empujarlo a una derechización de la mano del massismo y con la excusa de un diálogo nacional y  establecer acuerdos programáticos con la oposición. La misma CGT empuja hacia ese lado acostumbrada por su burocratización a privilegiar más los negocios que la defensa a ultranza de los trabajadores y los intereses nacionales. Ojalá que no, porque sólo quedaría Cristina-Kicillof como resguardo de los intereses populares, dificultándose la posibilidad de construir una alternativa electoral real en el 2023, con intención de reinstalar una etapa parecida por lo menos a los pocos más de 10 años de kirchnerismo en el gobierno.

La confluencia en la acción, a partir de denominadores comunes programáticos, entre kirchnerismo, movimientos sociales, progresismo y la izquierda, también contribuiría a compulsar más exitosamente contra la derecha y así no retroceder, en una región y un mundo donde las peores caras del capitalismo se imponen

En Río Negro, JSRN indudablemente se consolidó como partido de gobierno, similar a los años en que el radicalismo se imponía electoralmente por el peso del estado y su capacidad desde allí para generar grietas en la oposición. Eso es lo fundamental para explicar el triunfo, no lo discursivo que como dije en un artículo anterior es muy elemental: “lo rionegrino” contra “lo nacional” y la apuesta “transaccional”, cambiar un eventual voto en el congreso para conseguir algo del gobierno nacional para la provincia. Si bien es necesario un proyecto provincial y que se defiendan los intereses rionegrinos, lo que define una mejor o peor situación de Río Negro como de cualquier provincia,  es el proyecto nacional, las políticas macro. Esto de que es lo mismo para Río Negro  que gobierne el FdT o JxC, como que fue lo mismo el kirchnerismo que el macrismo, no se sostiene con ningún dato de la realidad. Generalizar que porque son nacionales los partidos o las coaliciones tienen el mismo resultado al momento de alcanzar el gobierno resulta pueril, porque queda afuera la ideología, el programa, el proyecto de país al que se apunta, no es lo mismo la izquierda que la derecha, un gobierno que asume el mandato de ampliar derechos y no tomar medidas que perjudiquen a los sectores populares, que otro que  quiere quitar derechos con el objetivo de ampliar el poder político de los poseedores del poder económico. Un universo de partidos provinciales además balcanizaría todo proyecto nacional y no modificaría estructuralmente el status quo, al contrario, el federalismo se limitará cada vez más a un tome y daca entre el poder central y los provinciales, y la Cabeza de Goliat seguirá gozando de muy buena salud.

Sí da pena y también bronca el peronismo rionegrino que sacó uno de los peores resultados desde 1983, sino el peor, sobre todo porque quedó atrás nada menos que de Aníbal Tortoriello que resume lo peor de la derecha y el conservadurismo, antiderecho, antimapuche, identificado con Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Lo del empate técnico y el arrastre del retroceso nacional no es excusa, no hubo convocatoria real a las organizaciones y partidos que se reivindican del campo nacional y popular, ni siquiera reagruparon a todo el peronismo, y como nunca se notó la falta de liderazgo o por lo menos un grupo rector de la campaña. El sorismo se refugió en General Roca para salir lo menos indemne de una derrota general que ya adelantó las PASO, de manera que el costo lo pagara Martín Doñate que poco hizo para revertir los males estructurales del PJ y definir una estrategia que entusiasmara a todos los adherentes al espacio del FdT. En Bariloche hubo a último momento un mejor intento de trabajar la unidad, pero no alcanzó, en Viedma ni siquiera eso, cómo no va a sacar 15 puntos Pedro Pesatti y el FdT quedar atrás de JxC cuando los referentes capitalinos que “conducen” el peronismo ni siquiera intentaron sumar a los gremios y no hubo intención de construir lazos reales con los sectores más afines al gobierno nacional y al kirchnerismo, cuando caminaron en el Concejo Deliberante más pegados a JxC que a los compañeros de ruta, cuando aún en campaña fue claro que sólo intentaron justificarse para resguardar sus quintitas en la estructura, entre otros.

En fin, como suele decirse toda crisis es una oportunidad, pero sólo si en ese tramado de intereses que es la realidad, se atienden claramente los de los trabajadores y el pueblo en general, si los principales responsables de la derrota dan por lo menos un paso al costado y si los mejores exponentes de la militancia política y social real, que no medraron de las superestructuras, y dirigentes con experiencia que se mantuvieron fieles al proyecto popular,  tomen la posta y convoquen a un proyecto de mayorías. (APP)