A dos años de la partida de Coco Colás: “En la vereda que arranca con Moreno en 1810” y “junto a Néstor y Cristina y su política”/Por Claudio García

Viedma.- (APP) El 26 de junio del 2021 falleció el querido Jorge “Coco” Colás. A dos años de su partida y para mantener el recuerdo de una persona tan apreciada y que dejó su huella como periodista, gremialista y protagonista de la política desde el peronismo aquí en Viedma, reproduzco lo que escribí en aquel momento al enterarme de la noticia:

Como todos aquellos que lo conocieron, también a mí me llenó de tristeza la muerte de Jorge “Coco” Colás, ya que fue una gran persona. Resumió muy bien Carlos Espinosa en esta agencia aquellas cualidades que lo caracterizaban: “de sonrisa cordial, el que siempre te daba una mano, el que cumplía con el compromiso asumido”. No fue un amigo cercano, de esos que cuando se puede comparten gran parte de tu tiempo y que suelen estar por arriba de muchos componentes de la familia, quizás por ser de distintas generaciones, pero compartimos desde que llegué a Viedma en 1985 muchas circunstancias vinculadas al periodismo que ambos ejercíamos, pero también a lo sindical (lo pude acompañar como secretario gremial en una de sus gestiones al frente de Sindicato de Trabajadores de Prensa junto a otras maravillosas personas de aquella conducción como Espinosa y Néstor Busso) y lo político, y también al ocio social de encontrarnos con amigos comunes y departir tanto sobre bueyes perdidos como de los avatares del presente de la provincia y el país. Especialmente en el último tiempo, aprovechando que nos conectábamos habitualmente a través de la compu porque me mandaba sus artículos para publicarlos en APP, vía email hablamos mucho del devenir de las ideas y el compromiso social y político que uno y otro tuvimos, y cómo, con los gobiernos de Néstor y Cristina, nos sentimos en cierta medida privilegiados de haber vivido poco más de una década con políticas que por primera vez desde la recuperación democrática en 1983 fueron más afines a lo que pensábamos y queríamos para el país.

Creo que la mejor evocación que desde mi lugar puedo hacer de Coco tiene que ver con dejar constancia de algunas de esas cosas que me dijo en ese intercambio si se quiere epistolar del último tiempo, ya que me di cuenta al releerlas que constituían con algunas sentencias concretas  algo así como un balance de su trayectoria política. No creo cometer ninguna infidencia al hacerlo, ya que otras de las cualidades de Coco fue no tener dobleces, no decir una cosa en privado y otra en público, como bien lo saben sus afectos y amigos más estrechos. Recoger sus palabras y compartirlas me sirve además para no sentir su muerte como algo irremediablemente perdido, sino que hay un legado que no nos abandona.

Ya se sabe que el peronismo, la política, no fue algo menor para Coco. Hacía responsable de ello a su viejo. Me recordaba que “tenía 11 años cuando con mi vieja esperamos hasta las 2 de la madrugada a mi viejo que había concurrido a Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945”. Se lamentaba que en su juventud todavía no había asumido un compromiso político porque “estaba dedicado al futbol, la milonga y la noche porteña que estaba en su máximo esplendor”. Pero si bien en esos años no participó activamente en lo político “tenía a mi viejo que me orientó hasta 1969 que falleció”.

La mirada de su viejo era recurrente, quizás como nos pasa a muchos cuando ya somos más que adultos. En las últimas horas leí algunos mensajes de pares del peronismo de Coco que elogiaban su fidelidad permanente al partido y estar a disposición cada vez que se lo requería por sus virtudes de periodista, de militante, de sus saberes en historia popular y en proyectos que hubieran permitido el desarrollo de la región, la provincia y el país. Coco sin embargo lamentaba no haberse alejado de algunas etapas. Confesaba que “siempre fui orgánico y mucho tiempo después me di cuenta que le erré y por mucho. El apoyo a Menem, Duhalde y a Costanzo en Río Negro fue el error político más grande de mi vida y estoy fatalmente arrepentido”. Por estos balances, absolutamente políticos y no embargados de sentimientos personales, me escribía no exento de un humor mordaz que “mi viejo me hubiera cagado a patadas, ya que él tenía una clara visión política, con la Constitución del 49 y el sueño de la Patria Grande”.

Consideraba incluso que Menem “le hizo más daño al país que Macri. Lo que no se animaron a hacer los militares en distintos golpes de estado, lo hizo el riojano, que fue el Trump o Bolsonaro argentino”.

Pero más allá de lo que consideraba errores -quién no los ha tenido al tener que caminar junto a tanto “serpentario”, como diría el Negro Livigni, la Nomenklatura que suele conducir la política partidaria-, se sentía muy orgulloso de su compromiso permanente con el campo nacional y popular, de estar plantado  “en la vereda que arranca con Moreno en 1810”.

Como dije en un principio, Coco destacaba que “cuando llegan Néstor y Cristina me hicieron reaccionar y me ubiqué junto a ellos y su política”.

Todo hombre posee paisajes de su historia, algunos que para el otro constituyen espacios despejados y otros más en sombras. Creo que basta con lo que reproduje para echar un poco más de luz sobre algunos de esos paisajes que creíamos conocer. No obstante, en algo así como una yapa, dejo algunas líneas más que constituyen una mirada sobre el presente político y lo que esperaba en este sentido hacia adelante. Me marcaba que “sigo reclamando el cumplimiento del artículo 14 Bis que necesita una reglamentación clara y precisa”, punto que para él debía debía ser uno de los ejes que debía tomar el gobierno nacional para reimpulsarse y salir de cierta actitud timorata. Tenía precisamente algunas críticas a la marcha del Frente de Todos, más allá de las restricciones impuestas por la catástrofe que dejó como herencia el macrismo y la pandemia. Me dijo que “creo que el peronismo no enfrenta al liberalismo duro”. Y también “me decepcionó lo de Vicentin”. No obstante señaló a la vez que “tengo la esperanza de que en los próximos  comicios pueda contar con el dominio pleno de las dos cámaras parlamentarias y concretar el proceso revolucionario pendiente que incluye el control de los espacios no productivos que tienen los terratenientes argentinos y otros temas como el del Litio”.

Finalmente, creo conveniente también en esto de evocar cuestiones que no eran menores en el pensamiento y el hacer de Coco, reproducir algunas cosas que dijo antes de ser reconocido Ciudadano Ilustre, al charlar con el Negro Livigni sobre la obsesión que a ambos los unía, el desarrollo de Viedma con eje en el IDEVI.

Se lamentaba que “cuando llegué a Viedma en mayo del 63 esto tenía una proyección de la gran puta, porque fijate, estaba en plena ejecución el proyecto de IDEVI, había proyectos de industrialización, después vino la tomatera y otras fábricas,  y yo me decía ‘la pegué’, esta provincia se va  a desarrollar como nadie, pero con el correr del tiempo todo eso se esfumó, quedó una ciudad administrativa que no tuvo otras posibilidades de trabajo, de generación de divisas”.

Explicó que “el proyecto de regadío que hace Perón en 1951 y que después modifica el gobernador Castello, proyectado a 73 mil hectáreas, era muy grande, uno de los más grandes de riego de Latinoamérica, tenía más hectáreas que todo el Alto Valle junto que alcanzaba las 60 mil”.

“Teníamos esa posibilidad de más de 70 mil hectáreas pero luego un gobierno de facto, un gobernador de facto, suspendió las obras y no se habló más de esto; no estuvo en la agenda ni de los gobiernos posteriores ni tampoco en los partidos políticos, nadie tomó como bandera la reiniciación de las obras”.

Aseveró que “el IDEVI fue rifado por interventores que tenían plenos poderes y no tenían Junta de Administración con los productores, así fueron destruyendo todo”.

Mencionó que hubo algunas intenciones, “cuando estuvo Bidegain (Oscar) en provincia de Buenos Aires y acá Mario Franco, en el 73-74, quisieron recrear el proyecto Wauters de unas 400 mil hectáreas -en Patagones, en el área lindante con Río Negro-, con lo cual la comarca podría haber tenido unas 500 mil hectáreas bajo riego, un país”.

Recordó además que José Maria Guido había dicho que con la construcción de las represas Chocón-Cerros Colorados después se iba a impulsar decididamente el riego y en todos los valles a la vera del río Negro se iban a alcanzar precisamente 500 mil hectáreas bajo riego; yo decía al e cuchar esto que tenemos un destino venturoso, pero no pasó nada”.

Coco reflexionó además que la frustración del desarrollo tuvo que ver también con que hubo “gobiernos de facto, no tuvimos prácticamente etapas de democracia como se puede gozar ahora, e indudablemente estábamos contenidos por el miedo, especialmente a partir de 1976 donde te podían limpiar”. (APP)