Compleja e incierta actualidad de la pesca en Río Negro/Por Raúl González y Rubén Marziale*

Viedma.- (APP) Río Negro atraviesa por segunda vez en su historia  pesquera, una severa crisis que está poniendo a esta actividad al borde del colapso. De hecho, hace poco más de seis meses que está virtualmente paralizada.

La primera crisis aconteció a fines de los años sesenta del siglo pasado, cuando la vieira del golfo San Matías se convirtió en la especie estrella, a favor de una demanda internacional con altos precios en dólares.

Por aquél entonces, la locura desatada por la gran demanda, provocó una invasión de barcos y marineros provenientes de otros puertos, que pescaron sin ninguna limitación. Simultáneamente brotaron como hongos “plantas de elaboración” que no eran otra cosa que galpones sin ningún tipo de medidas sanitarias.

No obstante durante tres años se pescó sin ningún tipo de restricción. Cuando el estado provincial advirtió que las capturas disminuían, como no tenía siquiera un área política que atendiera la actividad, recurrió al Instituto de Biología Marina de Mar del Plata (actual INIDEP), intentando generar estudios que pudieran darle herramientas que hicieran sustentable la pesquería. En un principio se dictaron normas que limitaban las capturas. Ninguna de ellas se cumplió y la especie colapsó. Y lo que había sido durante unos años un paraíso de trabajo pleno, que repartió riqueza entre los pescadores, trabajadores de planta, empresarios, estibadores, transportistas, prestadores de servicios, y los comercios locales que vieron notablemente incrementadas sus ventas, de repente se terminó. Los que habían venido de otras latitudes levantaron sus petates y se fueron. Sólo dos familias locales quedaron en San Antonio Oeste; Lavalle y Galdo. Estos últimos, que tenían cinco barcos propios y que habían invertido las ganancias de la vieira en una moderna planta de  procesamiento, tuvieron que imaginar alternativas para que semejante inversión no quedara inactiva. Así fue que al cabo de algunas pruebas reconvirtieron sus embarcaciones y artes de pesca, y comenzaron a pescar merluza y en menor medida especies acompañantes (mero, salmón, chernia, palometa, etc).

Durante algunos años, esta empresa que se llamó Galme Pesquera SA, desarrolló su actividad con normalidad. Pero hay que destacar que en el año 1973 asume la gobernación de Río Negro Don Mario José Franco, quien se interesa por el tema pesquero, crea la Dirección de Pesca y el Instituto de Biología Marina y Pesquera de San Antonio Oeste, para dotar al área política del conocimiento técnico y científico necesario para evitar repetir experiencias negativas. El golpe de estado del 1976, desatiende el tema pesquero y este se descontrola. Con  el  retorno  de  la  democracia,  el  Gobernador  electo,  Dr.  Osvaldo  Alvarez  Guerrero, jerarquiza políticamente la actividad y crea la Subsecretaría de Pesca. A instancias de esta se elabora un proyecto de Ley de Pesca Marítima que es sancionado en l985 por unanimidad en la Legislatura. La Ley lleva el N° 1960. Esta Ley que es en si misma una clara política pesquera, fue la primera Ley de Pesca en sancionarse en la República Argentina, y contiene definiciones de vanguardia para la época. Por ejemplo: declara la jurisdicción provincial dentro del golfo San Matías y fuera de este hasta donde el Estado Nacional reconozca soberanía  (es decir hasta las 200 millas). A toda esta zona la denomina Reserva Pesquera Provincial. Asimismo declara la propiedad provincial de los recursos vivos en la Reserva, los que podrá ser concesionados a título oneroso y por tiempo limitado.

 Por otra parte, y tal vez el rasgo más importante de la Ley es que impone a las empresas del sector, un régimen de pesca basado en el otorgamiento de cupos de captura, los que en su conjunto no podrán exceder la captura máxima permisible para cada especie que determine anualmente el Instituto de Biología Marina y Pesquera de San Antonio Oeste. Entre otros aspectos, la Ley 1960 establece la forma para definir el tipo de flota que operará en la Reserva Pesquera Provincial. Esto es muy importante porque el esfuerzo pesquero y su impacto sobre los recursos no es el mismo si se opera con una flota de diez embarcaciones con una capacidad de bodega de 300/400 toneladas en conjunto, que con una flota que triplique/cuadruplique estos parámetros. También queda establecido en esta Ley, la obligatoriedad de procesar las capturas obtenidas en la Reserva Pesquera en plantas radicadas en la Provincia y que cuenten con la respectiva habilitación del SENASA. Esto es decisivo para preservar la mano de obra local y constituya uno de los pilares de cualquier política pesquera.

Además de la Ley hay otras normas complementarias, tal como una Resolución del Ministerio de Producción sancionada en 2010, que impone la obligación de gestionar las pesquerías de Río Negro mediante Planes de Manejo Pesquero para cada una de las especies en explotación. Esta Norma, así como la Ley 1960, fueron  intencionalmente incumplidas por las sucesivas administraciones pesqueras desde hace más de una década.

Como queda claro, el marco con el que se encuentra la pesca en la Reserva Pesquera Provincial, es totalmente distinto en la actualidad que en los años sesenta. Desde 1985 el Estado cuenta con herramientas suficientes como para regular la actividad y hacerla sustentable. La pregunta entonces es; ¿Cómo se llega a la actual crisis?

Hace unos diez años, aparece de forma sorpresiva en el golfo, una especie que nunca había tenido niveles de importancia comercial: el langostino. Esta circunstancia sumada al alto precio de la especie, hizo que todo se descontrolara y se repitiera lo de la vieira. Rápidamente la flota que en ese momento  estaba constituída por una docena de barcos de mediano porte se reconvirtió a buques de mayor tamaño y mayor poder de pesca y adaptó sus artes de pesca a las nuevas perspectivas. A poco de andar, la cantidad de barcos se triplicó y el esfuerzo pesquero se disparó muy por encima  de los niveles recomendados por los científicos para mantener la pesca dentro de parámetros de explotación sustentables.

La expansión de las capturas de langostino trajo aparejado un problema de vieja data en este tipo de pesquerías: las capturas de langostinos generan importantes cantidades de capturas incidentales de merluza, su consecuente descarte y pérdida de biomasa. Es decir, durante más de cinco años la población de merluza del golfo no solamente fue afectada por las capturas dirigidas a dicha especie, sino también por el descarte producido por la pesca del langostino.

Todo esto a la vista de todo el mundo con un estado ausente que no hizo nada para evitar que llegáramos a la situación actual.

La historia de la pesquería de Río Negro muestra que desde 1985 y hasta 2013/14, cumpliendo con las normas legales básicas de la gestión pesquera, fue posible controlar los intentos de excesos y la actividad se mantuvo relativamente estable con los altibajos propios de los ciclos biológicos de los principales recursos. Sin embargo, la aparición sorpresiva del langostino, por su alto valor comercial, hizo que el Estado, empresarios y pescadores, olvidaran por completo las normas vigentes y se lanzaran a la más irracional de las aventuras repitiendo la experiencia de  la vieira.

Los resultados están a la vista. Como se dijo anteriormente, la actividad está prácticamente paralizada. El langostino desapareció sin que se hayan realizado estudios sobre esta especie, que nos permitieran concretar un plan de manejo que hiciera sustentable la pesquería. No hubo períodos de veda, no se pusieron restricciones ni a la flota, ni cupos de captura, no se controló el descarte de merluza (sobre todo de juveniles). En fin, todo lo contrario a lo que indican los manuales de administración pesquera.

Según algunos indicadores biológicos, la biomasa de merluza en el golfo, parece haberse reducido a niveles alarmantes, y de hecho los pocos intentos de captura de esta especie, muestran que el tamaño de los individuos está muy por debajo de la talla comercial, y su abundancia es notablemente baja.

Los que firmamos esta nota, advertimos en reiteradas oportunidades, a través de comunicados en radios FM, del canal de cable local, y de una extensa nota publicada en el diario Río Negro, que lo que ocurrió era inevitable sino se ponía freno a la euforia desatada. No hubo reacción de las autoridades, que no escucharon o no entendieron la importancia de controlar y poner límites y hacer cumplir la legislación vigente.

Como dato interesante, queremos destacar, que en la última semana de agosto pasado, se reunió la Comisión Asesora de Pesca, con la presencia de las autoridades de Ministerio de Producción, Legisladores, empresarios y representantes de los trabajadores, y se discutió como tema fundamental, la elaboración de una nueva ley de pesca. Esto no es más que tratar de deslindar la gran responsabilidad que tiene el Estado en todo este asunto, tratando de endilgar la crisis a una ley que no se cumplió en absoluto. Pareciera que no se entiende que la población de merluza tardará un tiempo en recuperarse y que si no aparece nuevamente el “milagroso langostino”, la suerte estará echada.

La pesca descontrolada tiene siempre el mismo final: la pérdida del capital natural y la ruina social. Según el internacionalmente reconocido biólogo marino y pesquero Daniel Pauli, la gestión deficiente de la pesca presenta dos rasgos principales: LA IGNORANCIA Y LA HIPOCRESÍA. La primera se da cuando la autoridad gubernamental de la gestión pesquera, carece de una organización adecuada y de la experticia necesaria para conducir la gestión de manera sustentable. La segunda ocurre cuando cuándo en lugar de reconocer que el factor causal de la falta de recursos ha sido el exceso de pesca y el incumplimiento de las normas, los responsables del área culpan al medio ambiente, al cambio climático y hasta a fenómenos paranormales. Muchos de estos temas son materia de conversación desde hace varios meses en la banquina del puerto de San Antonio Oeste

*Raúl González es doctor en Biología,  profesor Adjunto de la Escuela de Ciencias Marinas (UnIversidad Nacional del Comahue), representante por Río Negro en el Consejo Federal Pesquero (2004 – 2012). Rubén Marziale es licenciado en Ciencias Naturales, subsecretario de Pesca de Río Negro (1984/1987), subsecretario de Pesca y Acuicultura de la Nación 2002/2003