El emotivo recuerdo de una experiencia cultural en el sur rionegrino, 20 años después/Por Carlos Espinosa

Viedma.- (APP) Se están cumpliendo 20 años de una serie de sucesos encadenados que constituyeron una experiencia cultural de características muy especiales, una pequeña odisea de creación, muestra y participación en distintas disciplinas artísticas que se desarrolló durante 50 días con un itinerario extendido a lo largo del ramal del Tren Patagónico, con doce paradas en otras tantas poblaciones.

Aquello fue “como ir pueblo por pueblo, por toda la línea ferroviaria desde Aguada Cecilio a Bariloche, con un centro cultural a cuestas” recuerda hoy Manuel Espinosa, músico, productor discográfico,, motor de arranque y uno de los integrantes de La Quimera, autodefinido como “grupo patagónico de producción artística”, que en el otoño del año 2000 realizó tamaña aventura.

La idea había nacida en febrero de 1999, en la terraza de una casa del barrio porteño de Flores, en donde se juntaban los domingos para comer asados un grupo de 14 jóvenes patagónicos (de Río Negro y Chubut) que compartían en la Capital sus ilusiones y remembranzas del sur, mientras realizaban estudios y experiencias laborales vinculadas con diversas ramas del arte: cine, teatro, danza, música, plástica  y fotografía. En mayo de ese mismo año una avanzada del grupo hizo, en auto, una gira de preproducción, tomando contacto con directivos y docentes de las escuelas de una docena de localidades sureñas. La pregunta era “¿les gustaría que viniésemos a traerles talleres de plástica, fotografía, danza y música, una obra teatral y un recital de música rock?”. La respuesta fue un sí  unánime, el compromiso quedó hecho y La Quimera se puso a trabajar durante todo aquel año en la preparación del  “gran viaje”.

Entre agosto de 1999 y marzo de 2000 el grupo presentó la muestra “Viento Sur” con fotos de la región (que había tomado Ramón Espinosa en el viaje de contacto), la obra teatral “Habitantes del destierro” y el recital “Rock Patagónico de Fin de Siglo”, a cargo de la banda Nación Evasora (que lideraba Manuel y estaba integrada a La Quimera). Las actuaciones se hicieron en Buenos Aires, en el Centro Cultural General San Martín y en el Bar Cultural Seamus, en los teatros El Galpón de Luis Betrán y El Tubo de Viedma, con la finalidad  de reunir fondos para el operativo y elementos (ropa y calzados, principalmente) que serían donados en las escuelas por visitar.

Con pleno respaldo institucional y logístico de la Unión de Trabajadores de la Educación de Río Negro (Unter) que cedió en cada pueblo sus albergues, y a pesar de la respuesta poco comprometida de las autoridades educativas provinciales de aquel entonces (algo así como “si las directoras de las escuelas están de acuerdo, bueno vayan”), con la promesa de un magro subsidio por parte de la Legislatura (que lo cobrarían recién a principios del año 2001), pero con el decidido apoyo de familiares y amigos el grupo se subió al tren el dos de abril de 2000. La Legislatura de Río Negro abonó los pasajes del Tren Patagónico y también en el tren se trasladaron unos 500 kilos de equipaje variados, con la particularidad de que todo el elenco y los bultos se subían y bajaban de pueblo en pueblo.

El primer tramo fue sin escalas entre Viedma y Aguada Cecilio, allí en la madrugada del día tres de abril bajaron del vagón furgón todos sus petates: instrumentos musicales, laboratorio fotográfico, cámaras de video y pequeña isla de edición, reflectores, equipo de sonido, vestuario, etc.

En cada pueblo el grupo tomaba una escuela (a veces la única de la localidad) como centro de operaciones de su estada de tres días a cuatro días (el tiempo que demoraba el tren en volver a pasar en dirección a Bariloche) y allí realizaban sus actividades (talleres, representación teatral, show musical) con la asistencia de los chicos del establecimiento y de público en general (en el caso de las funciones).

El recorrido siguiente consistió en paradas sucesivas en Aguada Cecilio, Valcheta,  Nahuel Niyeo, Ramos Mexía, Sierra Colorada, Los Menucos, Aguada de Guerra, Maquinchao, Ingeniero Jacobacci, Clemente Onelli, Comallo y Pilcaniyeu. Así durante 50 días subiendo y bajando del tren, cargando las mochilas personales con riquísimas experiencias. La Quimera recaló en un total de 17 escuelas, y se estima que unos 4.000 alumnos participaron de las diversas propuestas artísticas y creativas. Finalmente en San Carlos de  Bariloche presentaron la obra teatral en el Centro Cultural La Llave.

Los protagonistas de aquel “gran viaje” fueron Evangelina Arriondo, Carolina Broitman, Amalia Castello, Fiorella Corona, Cecilia Cortés, Manuel Espinosa, Ramón Espinosa, Federico Falcón, Carolina Fernández, Maite Fernández, Christian Golar, Julieta Graziani, Diego Laurie y Jorge Rodríguez.

El material recopilado en video permitió elaborar una apasionante película (compaginada por Jorge “Tito” Rodríguez) y la muestra fotográfica de Ramón, que junto con la interpretación solista de Manuel con el tema “Mi amigo V” (letra de Leandro Oyola) fue representado en danza por Maité Fernández, en el espectáculo “Viento Sur en Imágenes”. La exhibición se ofreció, después de mediados del 2001, en Buenos Aires, La Plata, Viedma y Luis Beltrán.

El video, que ahora se rescató de su versión original en VHS y fue digitalizado, muestra a los chicos de la región sur cantando, jugando, pintando, haciendo sus propias experiencias de filmación (hay un desopilante “noticiero”, por ejemplo) y participando con gran entusiasmo en la experiencia creativa que les proponía La Quimera.

El “gran viaje” se hizo con muy pocos recursos y mucha pasión. Ninguno de los miembros del grupo cobró un solo peso por cachet profesional , nunca se les pidió a los espectadores que pagaran una sola moneda.  Fue posible , se hizo hace ya 20 años y todavía muchos de los chicos (hoy jóvenes-adultos) que participaron de los talleres en las escuelas siguen recordando “aquella vez que vinieron los muchachos que cantaban y jugaban con nosotros”.

La obra teatral “Habitantes del destierro” reflejaba el drama de los pueblos originarios desalojados y humillados, sobre la base de testimonios de pobladores mapuches, como la anciana Venera Weche, cuya voz en mapuzungun se puede escuchar en un momento del video.

El documental también registra al coro de un grupo de escolares cantando “Rey Mago de las Nubes” de León Gieco mientras escalan un cerro. Una copia del video le fue obsequiada al propio Gieco, quien valoró el uso de su canción en el marco de esa experiencia.

Ahora en este tiempo tan especial que nos toca vivir algunos de los integrantes de La Quimera recordaron y brindaron sus reflexiones retrospectivas.

 Fiorella Corona dijo que “Íbamos pensando en llevar algo a una zona inhóspita,  y llevamos ni más ni menos que un centro cultural itinerante;  lo que no había soñado, lo que no había previsto era lo que la Línea Sur y sus habitantes tenían para darnos a nosotros. No me da vergüenza haber pecado de aquella soberbia, porque fue la que nos llevó hasta ahí, la ilusión, la ingenuidad y la vaga idea de que íbamos a llevarle arte a los pueblos confinados; y sin embargo el arte y la vida estaban allí, nunca los habíamos visto tan de cerca”.

Ramón Espinosa expresó que “cuando  aquel dos de abril nos subimos al tren creo que ninguno sabía bien qué era lo que nos esperaba ; la fuerza de lo colectivo nos llevó a volar en ese sueño de la gira en el tren.  Éramos veinteañeros todes, todes de la Patagonia y formándonos en distintas ramas del arte en Buenos Aires, y todes con el corazón mirando al sur. Como un circo inspirado atravesamos el territorio y allá nos dimos cuenta de que en realidad el territorio nos había atravesado a nosotres”.

Para  Evangelina Arriondo “desde aquel mes de abril del 2000 mi vida ya no fue la misma, vivo en clave  La Quimera, al son del Viento Sur. Fue un viaje de entrega y amor absolutos. Tengo un recuerdo como fuego en mi alma”.

Manuel Espinosa afirmó que “fue una experiencia inolvidable, en un mundo que era otro en relación a este de las redes y los aislamientos. El arte no tiene momento, el tiempo real lo hace visible. Lo más importante fue el encuentro de un grupo de artistas con les niñes; nosotros con nuestros conocimientos y ellos con los suyos. Aún después de 20 años está  presente en mi interior cada momento de esa gira.”

Transcurrieron dos décadas. Pasaron cinco gestiones gubernamentales (cada una con su propia dinámica en la subsecretaría de Cultura de Río Negro) pero nunca se imitó aquella experiencia valiosa. Quizás todavía puede ser útil el ejemplo de La Quimera, sus protagonistas (que hoy no son adolescentes pero siguen siendo comprometidos como gestores culturales) podrían ser consultados por las actuales autoridades.

Por ahora sólo alcanzan la nostalgia y evocación. En el enlace https://www.youtube.com/watch?v=Xobprmf2pmE&t=17s puede verse el video en internet. La foto que ilustra esta nota fue registrada en un momento de ejercicio musical, en la localidad de Aguada Cecilio. (APP)