Valcheta.- (APP) “Mientras dura el remordimiento dura la culpa”.
El gran escritor Jorge Luis Borges (atento lector de la Biblia en la versión Reina Valera) dejó un texto breve donde trata magistralmente el tema del perdón, de la culpa, el remordimiento y el olvido, ante un diálogo conjetural de Abel y Caín.
“Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba una estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen.
Abel contestó:
-¿Tú me has matado y yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
-Ahora sé que en verdad me has perdonado –dijo Caín- , porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar.
Abel dijo despacio:
-Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa”.
Este sucinto cuento de Borges nos enseña mucho sobre el perdón. Los cristianos tenemos que aprender a perdonar porque es uno de los mayores mandamientos del Señor Jesús.
“Un maestro tenía la hermosa costumbre de escribir las malas notas con tiza y las buenas con tinta. Así las malas se borraban al día siguiente mientras que las buenas quedaban allí para siempre escritas como un bello recuerdo”.
Por eso hay que aprender a perdonar para llegar a acostumbrarse a dar más valor a lo positivo que lo negativo.
El perdón hace bien a quién lo otorga porque vuelve a estar consigo mismo y como dice Borges ya no hay remordimiento y el olvido es una de las formas del perdón. O sea olvidar los agravios, las palabras hirientes, las injurias y las vanas habladurías.
Porque como dice un viejo himno evangélico: “Perdonando, Jesús nos perdona”.