Historia de la Compañía de Tierras del Sud Argentino o cómo se “privatizaron” las tierras que hoy tiene Benetton/Por Claudio García

 

Viedma.- (APP)  Las tierras que hoy tiene la empresa italiana Benetton en Río Negro y Chubut son las que en su momento tuvo la Compañía de Tierras del Sud Argentino –cuyo nombre ni siquiera estaba castellanizado, sino que legalmente aparecía como The Argentine Southern Land Co-, cuya historia fue recreada tras una rigurosa investigación por Ramón Minieri en su libro “Ese ajeno sur”. Cuando hoy el Estado nacional y el provincial chubutense reprimen a una comunidad mapuche calificándola de “terrorista” por reclamar apenas un pedazo de esas tierras, es bueno conocer cómo surgió “la propiedad privada” de estos territorios. De allí que me pareció oportuno reproducir esta entrevista que le hice a Minieri hace unos años donde quedará en claro la otra cara de las mentiras y el resguardo periodístico al oficialismo nacional que baja de los grandes medios contra los reclamos indígenas y en defensa de la supuesta “vigencia de la ley”.

 

-¿Cómo surge este libro?

 

-Surge de un feliz azar, que me permitió tener no tanto los archivos públicos de La Compañía, llamada así por antonomasia, así como en el norte se hablaba de La Forestal, sino la correspondencia interna. Me invitaron a acompañar a un grupo a la estancia de El Maitén –de los Bennetton que son los que compraron las tierras que hasta el ’74 fueron de La Compañía y que después por unos años estuvieron en manos de capitales argentinos- en función de un contrato para sacar fotos, tomar imágenes, planos y demás de los edificios de las estancias para hacer un libro de bello formato para publicitar un poco cómo la empresa propietaria estaba tratando bien el patrimonio arquitectónico. Me invitaron a hacer un cuadrito cronológico, y eso que debía haber tenido dos páginas se transformó, andando el tiempo, en un libro de 444 páginas. Alguien había tenido la idea de recorrer todas las estancias y juntar todos los biblioratos que estaban en El Maitén, biblioratos con distintos tipos de correspondencias, no las transacciones comerciales que están en el Museo de Leleque, sino la correpondencia entre gerentes y subgerentes encargados de estancia y la central en Buenos Aires como centro de gestión de la empresa.

 

-La Compañía surge a partir de una graciosa concesión de tierras del Estado argentino, malversando lo que establecía la Ley Avellaneda. ¿Por qué no lo explicás?

 

-Había dos modelos de país, el de Sarmiento y el de Alberdi. Alberdi transige con los latifundios, con el caudillismo del interior, con una dosis de realismo. Mientras que Sarmiento termina siendo un permanente crítico de todo este proceso de expropiación y privatización de la tierra pública. Él decía que los favores políticos se pagan con tierras, cuando se quiere conquistar a un adversario se le regalan tierras o cuando el nombre del hermano de Julio Argentino Roca lo transforma en un sobrenombre, al decir que ‘Argentino conquista las tierras y el hermano las ataliva’, por Ataliva Roca (hermano del presidente Roca), que es el que hacía los negocios no limpios. La Ley Avellaneda era muy generosa para convocar colonos a la Argentina, realmente en Avellaneda todo su ideario es congruente con esta ley. El lema ‘el país se va a salvar por el trabajo de los argentinos’, una visión no financiera de la cuestión tierras. Era una ley por la cual se le regalaba tierra a cada colono, hasta 100 hectáreas, las hectáreas adicionales estaban a un peso por hectárea, se le da al colono gratis el pasaje desde su país de origen a la Argentina, se lo aloja gratis durante tantos días en el Hotel de Inmigrantes, se lo lleva también en forma gratuita a su lugar de destino. Le daba bastantes condiciones favorables, como no pagar derecho aduanero alguno por traer sus herramientas de trabajo. Y el artículo 3 de la ley establece que a las empresas que quieran traer colonos se les puede dar hasta 80 mil hectáreas, en forma de concesión.

 

-Que es lo que se utilizó para que se terminara en el latifundio de La Compañía.

 

-Exacto. Esta entrega estaba condicionada a que se trajeran colonos en el plazo de dos años y hacer inversiones mínimas. Aparecen once personeros, hombre de paja, ante la Oficina de Tierras y Colonias a pedir cada uno 80 mil hectáreas, con un garante. Son los mismos apellidos mezclados, de argentinos, ya que de los once sólo una concesión la solicita un inglés. A estos once en tiempo récord se les aprueba la concesión. En un caso el trámite tardó solo catorce días desde presentar la notita en Tierras y Colonias hasta el decreto de Juarez Celman, el cuñado de Roca que estaba de presidente. Si algún trámite tardó mucho fue de un mes y medio. Pero todos estos transfieren las tierras a otros y piden el cambio de lugar. Las habían pedido en Formosa, Chaco, Neuquén, y rápidamente pasan a formar un damero de cuadros diagonales entre la Cordillera (El Maitén, Leleque, Cholila) y la costa atlántica y Puerto Madryn, con parte en la llamada Línea Sur rionegrina (Maquinchao, Sierra Colorada).

 

-Los ingleses sabían perfectamente que tener información era tener poder y por eso vos marcaste que los lugares nuevos que piden coinciden punto por punto con los lugares más favorables para la ganadería descriptos por George Musters.

 

-Sí, cuando uno relee sus crónicas menciona las excelentes aguadas de Maquinchao, excelentes pastos para invernada, aparece Leleque, todos estos lugares. Yo marcaba la importancia de la inteligencia geográfica británica. Todos los descubrimientos, los viajes del aparente turista (por Musters) van a parar a la Royal Geographic Society y de allí a los ‘inversores’. Los mapas británicos eran mucho más exactos que los argentinos. Yo comparé un mapa argentino de 1890, que se hace con vistas de vender en Europa de apuro, porque era el ’90, el año de la crisis financiera con Celman, tres millones de hectáreas. Algo que critica Pellegrini en carta Juarez Celman y Celman le dice que era preferible que se cree una Irlanda  en la Patagonia y no que estén sometidas a la incuria del tehuelche. Este mapa para vender 3 millones de hectáreas de la Patagonia en Europa tiene claros enormes, descampados, y estamos en 1890, ya han pasado años de la campaña de Roca. Además se come dos ríos, ubica montañas donde no las hay, es una cosa de locos. Y el Perito Moreno se cela con este mapa, le pega con todo. En cambio si vos vas a los mapas británicos, tenían una información de primera y de calidad.

 

-¿Cuántas tierras llegó a tener La Compañía?

 

-Arriba del millón de hectáreas, un millón cien mil hectáreas.

 

-Sin haber puesto un peso.

 

-Nada.

 

-Y después esa apropiación o regalo digamos del Estado argentino se formaliza por otra ley.

 

-En 1892 se presentan una cantidad de concesionarios y dicen que no han podido cumplir con las condiciones de estas concesiones porque las tierras son áridas, lejanas, no hay medios de transporte, los colonos no quieren venir. En los informes que hace el directorio a los accionistas se cuidan cada año, del ’89 al ’92, de decir que han buscado traer colonos pero no pueden. Querían traer colonos alemanes, pero no hay caso, también chilenos, pero tampoco, dando pie al argumento que no se pudo colonizar. Y el Estado argentino siempre apurado y siempre endeudado, dice que más vale llegar a un remedio y cosechar unos pesos, recuperar algunas tierras, a través de la ley que se llama De Liquidación.

 

-El gobierno inglés seguro ha incidido para esto.

 

-Sí, sin dudas, además era el árbitro del litigio fronterizo ante Chile, así que se suma como herramienta de presión. Estaban los galeses también, era también muy difícil aquí ‘encontrar un manso para acollar a un arisco’, porque estaban planteando conflictos serios con el tema del reclutamiento de la educación en idioma castellano y habían llegado a pedir el protectorado inglés.

 

-Hay que recordar que con los galeses de la zona cordillerana incluso se llegó a un plebiscito para que definan si querían ser argentinos o chilenos, es decir, la Patagonia planteaba varios conflictos.

 

-Sí. El hecho es que sale una nueva ley para acomodar la situación, pragmáticamente hacen coincidir las leyes con la realidad. La ley planteó en algunos casos recuperar el 25% de las superficies, cosa que pasó en concesiones poco útiles, aunque al poco tiempo se volvían a pedir. El Estado había concedido en el país 38 millones de hectáreas y no llega a recuperar un millón de hectáreas. Entre todas, las que había en Formosa, Chaco, Pampa Central y todos los territorios patagónicos.  En realidad la ley  sirvió para justificar una operación de blanqueo y de escrituración de las tierras. La ley planteó como condición para la titularización de las tierras que había que invertir tanto por legua. Entonces cuando viene el inspector, como están avisados, tienen las vacas y ovejas para que las vea en un campo, después la pasan a otro y así ‘disfrazaban’ la inversión. Esto aparece en las cartas.

 

-¿Cómo era la relación con los indígenas y criollos que utilizaban como mano de obra?

 

-La peonada, la fuerza de trabajo de la estancia, fue tehuelche-mapuche, una mezcla, porque por ahí es difícil separar las dos etnias que ya estaban muy integradas entre sí. Hasta el nivel de capataces y a veces un poquito más, capataces generales, en quienes reposaba el manejo quizás de toda una estancia. En Maquinchao, Huanulán y Talcahuala en distintas épocas estuvieron dirigidas por un hombre que era Tránsito Painefil, que incluso tiene descendencia creo en Viedma. Es mencionado en los documentos de La Compañía.

 

-¿Me imagino que esto en gran parte era así porque necesitaban capataces que conocieran la lengua, que pudieran comunicarse de mejor manera con la mano de obra que necesitaban?

 

-Claro, elegían un mediador.

 

-Me imagino que el costo laboral era bajísimo y las condiciones laborales pésimas, como lo han reflejado los libros relacionados con los fusilamientos por las huelgas de peones del ’20 y ’21 en Santa Cruz, los libros de José María Borrero y  Osvaldo Bayer.

 

-Sí. La pauta me la da cuando veo que se quejan de tener que adecuarse al Estatuto del Peón con Perón. Porque, dicen,  tenían que poner en cada rancho por lo menos una mesa, dos sillas, algunos tenedores, una olla. Lo que marca cómo estaban viviendo; dormían arriba del recado. Se escandalizaban porque había que poner cielo raso a los ranchos. Además, como pasó en Santa Cruz, la primera reacción de La Compañía cuando se da una baja de los precios de la lana era bajar salarios. Hay que recordar que en las guerras, en las dos, las potencias beligerantes acumulaban lana, porque con la lana se hace lanolina y con lanolina se hace nitroglicerina, es decir, pasaba a ser un insumo estratégico. Y almacenaban millones de toneladas de lana, de Australia, Nueva Zelandia y Argentina. Cuando terminan las guerras y se liberan estos almacenes entran a vender la lana por dos pesos, bajan los precios y lo primero es cortar sueldos de los peones y echar gente.

 

-Y vos decís que hay datos que así como hubo conflictos en Santa Cruz, los hubo acá, lo que pasa es que no se tiene demasiada información.

 

-Sí. Hubo huelgas en la zona de Cholila, Leleque, en el oeste de Chubut. Eso aparece en el diario de Trelew “El avisador comercial”, una breve noticia, aunque se hablaba de bandoleros no de protesta social. La óptica de los periódicos de la época era hablar de bandidos rurales no de reclamos de peones. Únicamente en una carta interna se habla de huelga de peones, que se resistían a trabajar en al esquila, que pedían determinadas condiciones. Pero no se habla nunca más. Meses después se habla que está todo tranquilo, que se hicieron los ajustes. Tampoco hay nada en los archivos de la policía ni en los del Ministerio del Interior. Pero uno imagina lo peor.

 

-¿Algunos bandoleros yanquis, como Butch Cassidy, en realidad los trajo La Compañía para reprimir, para garantizar la seguridad de las estancias?

 

-El abogado norteamericano Arthur Preston era primo de Frank Preston, gerente general de La Compañía, e hizo de puente para traer a Butch Cassidy. Los Preston eran mormones y Cassidy también. Además, llega Butch, desembarca, va a la Oficina de Tierras y Colonias y pide 1600 hectáreas en Cholila. ¿Qué sabía él dónde quedaba Cholila? Y el expediente sale rápidamente. Aparentemente la relación con La Compañía se rompe cuando Cassidy les roba 1500 vacas.  Eso los ingleses no lo podían tolerar.

 

-¿Cuáles eran las actividades de La Compañía, además de la lana, y y se se puede estimar las ganancias que tuvieron?

 

-Manejaban 1.500.000 de kilos de lana por año. Tenían también vacas que engordaban en una estancia que tenían en Córdoba. Y muchos caballos que se exportaron en gran medida para su uso en la Primera Guerra Mundial. Hay un documento que habla de 400 caballos que se enviaron a la guerra. También producían mulares, que se utilizaban mucho como carga antes del ferrocarril. Y estaba el negocio de almacenes, porque se traían mercaderías importadas sin pagar tasas aduaneras, por la franquicia patagónica que existió. Prácticamente traían todos los materiales de construcción, salvo la madera que traían de Epuyén, pero sí las chapas, armazones de hierro, varillas de hierro. Y mercadería de consumo, como licores, té, hasta pañuelos para cuello y vestimenta. Que se vendían a  los peones de la estancia y a gente de poblaciones cercanas. Y por eso perseguían con saña a los bolicheros, sobre todo a los bolicheros turcos; no querían competencia y menos que les vendieran licor a los indígenas, porque los recitaban para trabajar. Tenía multiples actividades, un centenar de empresas. La Compañía en sus primeros balances manifiesta como capital las tierras que le había regalado el Estado argentino. Tenía 300 mil libras esterlinas de capital, de las cuales 240 mil compuesto por tantas leguas de tierra. En base a eso se integra su capital accionaria. Lo que se puede haber traído cash fueron 60 mil libras esterlinas. Si uno entra a sacar la cuenta cuánto ingresó cada año por utilidades, no sólo lo que se declara para pagar a los accionistas porque los honorarios al Directorio son muy grandes, cada libra esterlina que trajeron les rindió 1,30 libras por año, era como decir que percibo el 130% anual. Estamos acostumbrados a llamarlos inversores, pero en realidad quien invirtió fue la Argentina. El Estado argentino invirtió en la empresa británica y no a la inversa como nos cuentan el cuento.

 

-¿Qué pasa con La Compañía después que la venden?

 

-En 1974 pasa La Compañía a una sociedad trucha que se llamaba Grade Western Company Limited, con sede en Luxemburgo, de tres capitalistas argentinos, Menéndez, Ochoa y Paz, representantes de la oligarquía argentina. Duramte un tiempo todo sigue aparentemente sin cambios, La Compañía sigue con su nombre inglés, controlada por una compañía con sede en Luxemburgo. Menéndez, Ochoa y paz recorren cada tanto los campos, hay que mandarles a ellos los romaneos de la lana. En el ’82 con la Guerra de las Malvinas, Galtieri tira un decreto por el cual incauta o congela las cuentas bancarias de las empresas británicas y las empresas mismas quedan en observación. Entonces allí Menéndez, Ochoa y Paz ante un escribano transparentan que desde hace tantos años son dueños de La Compañía, es decir, que era argentina, no británica. Y ahí cambia el nombre del inglés al castellano y se llama Compañía Argentina de Tierras del Sud.

 

-¿Y Benetton compra luego exactamente las mismas tierras que tenía La Compañía?

 

-Benetton compra las mismas tierras. No estaban ya las estancias La Patagonia y Los Alfalfares, de Santa Cruz y Córdoba, respectivamente. Pero después las compra también. El tipo es como que se hace cargo de la historia de la empresa; ha comprado el capital simbólico e histórico también y por eso tiene como lema que esta empresa ha estado cien años desarrollando la Patagonia. Y en los conflictos con las comunidades indígenas salen a alegar que son los legítimos ocupantes y propietarios de estas tierras desde 1889. Obviamente que se oculta la verdadera historia así como los “corrimientos de alambrado”  de 1937 que avaló el presidente Agustín P. Justo. (APP)