Juan Grabois en Viedma: “Sin el protagonismo de los trabajadores no va a haber transformaciones posibles en nuestro país”/Por Claudio García

Viedma.- (APP) Juan Grabois sin dudas es un cuadro político de los más importantes que tiene el movimiento nacional y popular y una izquierda con anclaje nacional y latinoamericano. Es el líder del Frente Patria Grande, abogado, licenciado en Ciencias Sociales, docente y dirigente social. En su disertación en la Plaza Seca en Viedma tuvo definiciones de mucho contenido al momento de reflexionar sobre las transformaciones que requiere el país en la post-pandemia, con eje en el Plan de Desarrollo Humano Integral que impulsa su espacio y que debería hacer suyo el Frente de Todos, cómo construir un “bloque de poder”, concepto de raíces gramscianas, que empuje a estos cambios estructurales, y cómo consolidar no solamente un gobierno popular como los vividos en otras etapas, como en el kirchnerismo, sino que revierta también alguna matriz neoliberal que en algunos aspectos se hereda sin cambios desde la última dictadura cívico militar.

Al inicio de su discurso planteó algo central: “Los compañeros y compañeras de la CGT, las trabajadoras y trabajadores, los que tienen convenio colectivo y los que no lo tienen, los que están en una obra de construcción y un pozo petrolero, los que están en un medio de comunicación y los que están también trabajando en una recicladora o en un merendero, siguen siendo la columna vertebral del movimiento nacional y nunca tenemos que olvidar que sin el protagonismo de los trabajadores no va  a haber transformaciones posibles en nuestro país”.

Recuerdo que el historiador y militante de la izquierda nacional, Norberto Galasso, marcó en uno de sus últimos libros que precisamente el agrietamiento producido a fines del 2011 entre el movimiento obrero organizado y el gobierno de Cristina Kirchner, debilitó al kirchnerismo y fue una de las causas, en lo inmediato -más allá de lo que iba a pasar en el 2015- de la derrota electoral legislativa del 2013. El liderazgo de Cristina fue y es indudable y sus gobiernos junto con el de Néstor sin dudas constituyeron el mejor periodo desde la recuperación democrática de defensa de los intereses nacionales y populares en lo político,  económico,  cultural y  social. Pero más allá de lo clave del embate en su contra de los poderes más concentrados y  los monopolios de la información, que a la vez fueron correa de transmisión de los dictados de la embajada norteamericana, si hay que marcar un error de Cristina, como conductora, como jefa,  fue justamente  no atender a los trabajadores y sus organizaciones como columna vertebral del proyecto político, al margen que en la cabeza de sindicatos y organizaciones haya muchos burócratas ajenos a los intereses reales de los trabajadores. Ya en las presidenciales del 2011 los dirigentes gremiales ocuparon pocos lugares en las listas de candidatos a legisladores y luego del triunfo Cristina desechó el proyecto de la CGT que se encontraba en tratamiento en el Congreso de distribución de utilidades a los trabajadores, señalando que esto en todo caso lo debía discutir cada gremio en paritaria.  Las diferencias con las CGT se ahondaron y concluyeron con la ruptura con Hugo Moyano y la central, y el gobierno se enfocó en  la ruptura y reconocimiento de otra CGT. Cristina terminó optando por apoyarse más en las organizaciones con hegemonía juvenil del kirchnerismo y sectores de la industria nacional, que en los trabajadores organizados, lo que fue  sin dudas un error, de allí la importancia que Grabois le recuerde ahora al FdT que la columna vertebral sí deben ser los trabajadores.

Grabois tuvo otras reflexiones importantes. Indicó, en refuerzo de los intereses que deben primar en toda alianza y gobierno que se considere popular,  que “para terminar con la pobreza y la explotación hay que darle poder a los pobres y a los explotados, y esa es una de las misiones fundamentales que tenemos, darle poder, darle autoridad a los sectores populares que la vienen remando desde abajo desde hace tantos años para tener un pedacito de tierra y tener algo parecido a un trabajo para llevar el pan a su casa, como hacen las cartoneras y cartoneros…”.

Mencionó que recorriendo la ruta nacional  3 en cercanías de Viedma “veo a los costados tierra por todos lados, pero a ls compañeros nuestros que están en la horticultura le chupan la sangre los que le venden la semilla, le chupan la sangre los que le cobran alquileres leoninos, le chupan la sangre los intermediarios y después cualquier laburante va a la verdulería o a la carnicería y no puede comprar verdura ni carne ni nada, entonces hay algún problema con el modelo agrario y con el régimen de tierra en la Argentina”.

Reflexionó más adelante que “aunque hayamos tenido gobiernos populares en la Argentina, aún con la inteligencia estratégica de Cristina Kirchner, hemos tenido gobiernos populares pero la matriz del estado neoliberal que dejaron los milicos, que dejó el menemismo, en muchos aspectos sigue igual; los puertos siguen en manos privadas, no hemos recuperado el dominio y la soberanía nacional sobre los recursos naturales, el Banco Central sigue aún una entidad que no responde plenamente a los intereses nacionales, el régimen tributario es absolutamente regresivo y se cobra un impuesto a la pobreza cada vez que un ompañero o compañera va a comprar un sachet de leche y tiene que pagar IVA mientras algunos se la llevan a otros países y no pagan nada”. “Eso nos pasa porque el neoliberalismo nos robó muchas cosas, entre otras, la capacidad de planificar; el país que se fue construyendo y que destruyeron y que volvemos a reconstruir y vuelven a destruir lo podemos reconstruir definitivamente si recuperamos la capacidad de planificar. En la época de Perón se hablaba de planes quinquenales y hoy si decís plan quinquenal parece que estás hablando de algo del siglo pasado, pero en China van por el plan quinquenal número 14 y después todo el mundo admira el desarroll chino; nunca fui a China, no sé si es el mejor modelo o no, pero planifican, tienen una visión nacional, tienen pensamiento estratégico y a nosotros nos han robado el pensamiento estratégico y la capacidad de resolver los problemas más urgentes que tenemos”.

Destacó en este marco el Plan de Desarrollo Humano Integral que impulsa y que plantea siete ejes centrales como la promoción del trabajo como ordenador social, el poblamiento del país, la integración de las ciudades mediante el acceso al suelo, la conectividad del territorio a través de una propuesta de transporte multimodal, la reactivación de la producción, la recuperación del ahorro en moneda nacional y el cuidado de la ecología integral. Una de las principales propuestas es la creación de 4 millones de puestos de trabajo en la economía popular, y de 240 mil empleos registrados regulados por convenio colectivo.

El dirigente señaló que se busca “transformar un Estado neoliberal en un Estado planificador”, y la pandemia “nos pone frente a la necesidad de pensar en una estrategia de reconstrucción que no se agote en los tres años de mandato que le quedan a este Presidente”.

Afirmó que el plan “lo vamos amasando con las organizaciones del movimiento obrero, con los trabajadores constructores, con los trabajadores de la industria, con los trabajadores del tarnsporte, con los trabajadores de los distintos servicios públicos, el gas, la energía, el saneamiento, y con los movimientos sociales. Cómo puede ser que habiendo tantos trabajadores capacitados para construir, que habiendo tanta experiencia acumulada en tendidos eléctricos, en obras sanitarias, en gasificación, tengamos más de 5 millones de argentinos que no tienen agua, que no tienen luz, que no tienen cloacas; cómo puede ser que siendo la Argentina un país que, por lo menos tierra no le falta, alquilar sea muy difícil y para cualquier hijo de un trabajador, incluso para los hijos de la clase media, acceder a un departamentito, a una casita, se vaya convirtiendo en algo que dejó de ser un derecho para ser un privilegio”.

Indicó que su propuesta apunta a la post-pandemia, “un Plan Marshall criollo, no porque nos guste mucho el general Marshall, norteamericano de la segunda guerra mundial, sino porque es la idea de la reconstrucción en Europa después de la devastación, y acá hemos sufrido una devastación, con el gobierno entreguista de Macri, con la pandemia y con las dificultades que acarreamos desde la dictadura hasta acá”. Señaló que “ese Plan Marshall, como dijo el presidente Alberto Fernández, tiene que empezar por los últimos y últimas, los que no tienen ni tierra, ni techo, ni trabajo, en calidad y cantidad suficiente para la vida digna”.

Grabois al referirse a la necesidad de poblamiento mencionó incluso “la tradición liberal, no los liberales berretas de ahora, que tenían un proyecto de país, que nosotros no acordamos, porque era sin los gauchos y sin los pueblos originarios, pero planteaban la cuestión de poblar la patria, se olvidaban que había gente poblándola, pero planteaban la cuestión de poblar la patria. Y hoy tenemos una Argentina con una Patagonia despoblada, un norte empobrecido y un centro súperpoblado donde la gente vive mal. Yo no soy radical, no soy alfonsinista, hasta me molesta un poco que Alberto ande repitiendo tanto a Alfonsín, pero Alfonsín tuvo una buena idea, que era traer la capital a Viedma (…) Estoy convencido que hay que sacar la capital de la Ciudad de Buenos Aires, donde una familia rica de Recolecta tiene la luz subsidiada por los rionegrinos o los chubutenses, que tienen que pagar una tarufa estratosférica aunque produzcan la energía acá. Esto de que dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires, hay que cortarlo”.

Esto del traslado de la capital no lo comparto. Pensaba en aquella época alfonsinista –de hecho lo escribí en el periódico La Calle- y sigo pensando que una simple descentralización administrativa no iba a provocar la descentralización económica y, a lo sumo, si se concretaba el traslado, replicaríamos aquello de Brasil con la creación de Brasilia, que no modificó las características socio-económicas de ese país. Allá como acá se pensó que al trasladar la capital se iba a atraer habitantes de zonas muy pobladas hacia el “hinterland rural”, cosa que no se produjo. El nordeste brasilero sigue siendo aún la región más atrasada del país hermano. Las transformacioens estructurales que incluso plantea el propio Grabois son las que sí modificarían el proyecto de la Argentina chica y conservadora, adaptada a la “geopolítica” de los países centrales, que ha tenido como resultado La Cabeza de Goliat con la concentración de población en Buenos Aires y el Conurbano. En síntesis,  nadie quita mérito de los objetivos bienintencionados que tuvo Alfonsín y algunos de sus funcionarios de modificar el centralismo nacional. Pero, se ponía el carro adelante del caballo. Lo clave es el proyecto nacional, no un cambio administrativo de la capital.

Precisamente, Grabois dijo en su charla, vinculado a este tema, que “federalismo no es feudalismo, porque algunos lo confunden, federalismo es tener un proyecto nacional, y no hay proyecto local sin proyecto provincial, no hay proyecto provincial sin proyecto nacional y no hay proyecto nacional sin proyecto latinoamericano”. Esto es plenamente certero, precisamente si uno valora al kirchnerismo es que tuvo también muy claro esto de la necesidad de quebrar el ALCA, como lo hicieron Kirchner, Lula y Chávez, en la propia cara del presidente yanqui Bush en Mar del Plata, y constituir después la UNASUR y la CELAC. Tendremos destino nacional, si tenemos destino latinoamericano.

Grabois mencionó más adelante en su disertación que otro eje del Plan de Desarrollo Humano Integral junto a poblar es aquello que decía Perón que “gobernar es crear trabajo”

Dijo en este marco que tiene todo el respeto y admiración por los trabajadores mineros y petroleros, pero expresó que esto no implica aceptar la extorsión que por dar trabajo se  permita cualquier proyecto, por ejemplo, de megaminería, en función de lo que dijo el Papa Francisco que “cuidar la madre tierra es una misión de los movimientos populares y la cobardía en su defensa es un pecado grave, es grave no defender la madre tierra” y cuando lo manejan las mutinacionales y no están enmarcados en un proyecto nacional.

Reflexionó precisamente que “la megaminería además de ser contaminante no está pensada en una estrategia integral nacional, por ejemplo,  para que el litio se utilice con valor agregado”. Y en el caso de los hidrocarburos “que permita el funcionamiento industrial de la Argentina”, así como “que la energía eléctrica permita que la gente tenga luz, no solamente para que Aluar tenga energía subsididada”.

Enfatizó que el proyecto minero “si no está  en un marco de un plan de desarrollo humano, nacional, que ponga en el centro a la mujer, al hombre, a la naturaleza, y no al dios dinero, se llama saqueo, y ese saqueo está tan bien armado que las multinacionales aprendieron la lección que le dieron los petroleros, que le dieron los trabajadores de la construcción, en Mosconi, en Tartagal y en Cutral Co, entonces en muchos casos los desarraigan de sus familias, los sacan de sus familias, y 15 días tienen que trabajar en muy malas condiciones, y eso genera un montón de enfermedades sociales, lo digo y lo repito, que no se hagan los giles los políticos cómplices, como narcotráfico, trata de personas y juego que le chupan la sangre a los laburantes …”.

Dijo que “esto no quiere decir que estemos en contra que se desarrolle la Argentina a partir de la enorme riqueza natural que tiene, de ninguna manera, no estamos en contra de eso, estamos en contra de que con la falsa excusa que se va a desarrollar la Argentina, los únicos que se desarrollen son cinco vivos. Y digo cinco vivos porque hace poco Cristina en La Plata hizo un discurso muy buen, cuando habló de los funcionarios que no funcionan, estuvo bien ahí, y dijo que ojo que el crecimiento económico no se lo lleven cinco vivos, porque si la Argentina rebota  y crece al 5, al 6 o al 7% anual, pero eso no se reparte abajo, no se convierte en puestos de trabajo para todas y todos, eso no se convierte en desarrollo humano integral, el crecimiento se lo llevan cinco vivos”.

En esto del desarrollo minero e hidrocarburífero, así como el nuclear y otros que han merecido la oposición total de grupos ambientalistas, grupos de pueblos originarios, y algunos sectores tanto de la izquierda como del  campo nacional y popular, creo que un país no puede resignar un desarrollo que integre esas actividades, aunque coincidiendo con Grabois en la medida que sean parte de “un plan de desarrollo humano, nacional, que ponga en el centro a la mujer, al hombre, a la naturaleza, y no al dios dinero”. No quiero  que esas actividades queden manos de multinacionales, sino que el protagonismo lo tenga el estado, y, por supuesto, que se asegure el  resguardo medioambiental, que creo puede ser posible por la capacidad cientítica y tecnológica de nuestro país, y la participación del pueblo organizado en los controles, como parte de lo que se denomina licencia social, más allá que no hay ninguna intervención del hombre inocua. No he cambiado en mi concepción que el desarrollo industrial es el que permite mayores niveles de igualdad, y para ello el estado necesita el acceso a insumos y materias primas que nuestro país posee y que no es necesario importar desangrando recursos estatales. Un programa de industrialización en origen, valor agregado a los productos primarios, debe ir de la mano con una inclusión social en las esferas productivas y de consumo, y la preservación de la vida de los entornos naturales. Un fundamentalismo ambiental que frene todo desarrollo industrial y de autoabastecimiento energético y de insumos básicos mineros, sólo generará pobreza y, al revés de lo que se busca, primará una producción primaria que se irá “comiendo” el patrimonio natural. Como señaló Yolanda Ortiz, pionera de políticas ambientales en Argentina y Latinoamérica, primera Secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano cuando Perón creó esa dependencia en los ’70, es posible un equilibrio entre el desarrollo industrial y la explotación de los recursos minerales e hidrocarburíferos –que son los que permitan sustentar un desarrollo industrial- con el resguardo del medio ambiente, y que la peor contaminación, si cabe el término, es la pobreza y la miseria. Afirmó que “no se puede lograr un desarrollo sustentable sin superar la pobreza, hay que llegar a lograr una armonía entre la producción y el medioambiente”.

Grabois finalmente habló además de la necesidad de un “bloque de poder” que impulse las transformaciones y cambios estructurales que ha  enunciado, que aglutine a cada uno de los sectores sociales y populares que hablan con su propio lenguaje, mencionando a la iglesia popular, a las feministas y pibas del movimiento de mujeres, los compañeros del movimiento obrero, los de las barriadas y recicladoras, los campesinos, los pueblos originarios, los compañeros de la universidad, “que son lenguajes que a veces no se encuentran porque a veces uno quiere pisar al otro, a veces no nos respetamos en nuestra propia identidad y naturaleza y queremos que el otro sea como nosotros queremos que sea”. El “bloque de poder” de Grabois se emparenta con el “bloque histórico” de Gramnsci. Así como hay un bloque histórico capitalista que domina, donde una fracción de la burguesía ejerce la hegemonía y tiene como ideología el neoliberalismo, los sectores populares deben aspirar a constituir un nuevo bloque histórico, donde los trabajadores sean la columna vertebral, pero concite el apoyo de otras clases, grupos o sectores. “Este bloque de poder tiene que empujar el Frente de Todos, a ese gobierno que parimos entre todos para echarlo a Macri, para que tenga la fuerza suficiente para empujar las transformaciones que necesitamos; no hay ninguna posibilidad de que el presidente Alberto Fernández pueda avanzar ene stas transformaciones sin un fuerte proceso de organización y movilización popular, y flaco favor le hacemos al gobierno si no declamamos ni exigimos, porque sino las presiones sólo vienen de un lado, solamente vienen de los factores concentrados de poder”, expresó Grabois. “Todos tienen que hacer escuchar su vos y sus reclamos, moleste a quien moleste, porque el que calla otorga”, sentenció. (APP)