La biblioteca de Elías Chucair es una herencia abierta y pública, como él lo hubiese deseado/Por Carlos Espinosa

Viedma.- (APP) La biblioteca que el escritor patagónico Elías Chucair fue atesorando a lo largo de más de siete décadas acaba de convertirse en patrimonio público, para que su rico material pueda ser consultado por lectores  de cualquier punto del país y del mundo que se lleguen hasta la localidad rionegrina de Ingeniero Jacobacci.  Sus tres hijas, Alicia, Silvia y Claudia, decidieron que la casa donde el autor vivió los últimos sesenta años de su vida se destine a brindar un valioso servicio de preservación y rescate de índole histórico cultural.

El ambiente donde Chucair escribió más de treinta obras de poesía, crónica y ensayo, con sus bibliotecas prolijamente ordenadas albergando alrededor de cinco mil ejemplares de literatura e historia, se ha constituido en el principal centro de atracción de ese inmueble.

No es un hecho menor que por decisión familiar con el compromiso del Estado se abra al público la biblioteca que perteneció a un importante escritor patagónico. Resulta singular, además, que este centro cultural de futura importancia y trascendencia regional se encuentra en plena región sur rionegrina. La estepa vibra con este acontecimiento.

El domingo 11 de septiembre  se procedió a inaugurar oficialmente la institución denominada Museo Histórico Biblioteca “Don Elías Chucair”, que funcionará bajo la órbita de una asociación civil creada para tal finalidad, con la colaboración de la Municipalidad de Jacobacci y la secretaría de Cultura de Río Negro.

El director de Bibliotecas y Museos de la provincia, José María Ramallo (presidente de la Biblioteca Popular de Jacobacci y vecino de esas misma localidad) y la bibliotecaria Florencia Bejar Chucair (nieta del escritor) presentaron una síntesis de la propuesta del Guión Museológico para desarrollar en la flamante entidad.

El trabajo se fundamenta en el rico acervo bibliográfico y documental reunido por Chucair en su variada y extensa trayectoria personal, como miembro de numerosas entidades comunitarias, legislador provincial, intendente municipal, estudioso apasionado y escritor prolífico

Se destacan, entre los objetivos del Museo y Biblioteca, “rescatar y dar valor a un espacio primordial de Elías Chucair para preservar el legado cultural que dejó, no sólo en sus libros sino también en sus cartas, anotaciones y objetos cargados de simbolismo; promover que todo el material y objetos  relacionados con la micro historia puedan ser conocidos por la comunidad y además sean de utilidad para estudios e investigaciones, entendiendo que hay documentos únicos sobre la historia local, regional y patagónica”.

Hubo discursos a cargo del secretario de Cultura, Ariel Ávalos, y el intendente de Jacobacci, Carlos Toro; también habló Silvia Chucair, en nombre de la familia, y la conducción del acto la realizó Claudio Amaya Gatica, por el Centro de Escritores  La Línea de los Sueños.

Estuve allí y me pidieron que pronunciara algunas palabras en nombre de los numerosos amigos de Elías en el mundo de las letras regionales y nacionales. Afirmé que “sin duda él estaría muy conforme con esta decisión adoptada por sus hijas y nietos, porque durante su larga vida tuvo una conducta característica y permanente, que fue la del desprendimiento y la generosidad”.

“Elías Chucair nunca vendió un solo ejemplar de sus muchos libros, siempre los obsequió y cada vez que pudo hacerlo los entregó con su cálida dedicatoria. Elías nunca quiso ocupar sitios destacados en primera fila, que claramente le correspondían por su bien logrado prestigio, sino que siempre dejó lugar para otros y muchas veces para los más jóvenes, los que recién arrancaban en el oficio de la escritura”.

“Esta  casa que hoy se convierte en un sitio público de cultura –agregué después- fue desde hace varias décadas el punto obligado de cita y reunión cuando uno llegaba de visita a Jacobacci. En muchas madrugadas, a pesar de los rigores invernales, él estuvo esperando en la parada de los micros, y en plena trasnoche me traía para tomar un café caliente y charlar un rato antes de acompañarme  al lugar de alojamiento. Esta casa se abría con afecto verdadero, estaba también por cierto la esposa de Elías, Elsa Chamelli, siempre atenta para agasajar al recién llegado. Y después de compartir un buen momento en la sala, venía la esperada invitación del anfitrión: vamos a charlar a la biblioteca, así te leo lo último que estoy escribiendo. Pasábamos por un pasillo, y unos pocos pasos más adelante llegaba la tradicional advertencia, previa a la entrada en el lugar mágico de las letras: cuidado, hay un escalón”.

Después de la ceremonia del corte de cintas, estuve de nuevo en esa habitación poblada por libros y recuerdos. El escritorio y las dos máquinas de escribir manuales se conservan en el mismo sitio donde estuvieron siempre, igual que alrededor de un centenar de pinturas, fotos y diplomas recordatorios que cubren las paredes. Los libros –sus queridos libros- están allí al alcance de la mano.  Esa mañana, la de la inauguración, un reproductor de sonidos dejaba oír la inconfundible voz de Elías Chucair –con dicción perfecta, pausas adecuadas y sensible entonación- leyendo los versos de su poema “Aquí estoy”. ¡ Fue un reencuentro muy emotivo !

Decía, dijo, y seguirá diciendo Elías. “Aquí estoy. A mí nadie me trajo, ni me mandó ninguno. Nací en la Patagonia, en este mismo pago, hijo de dos inmigrantes que desde lejos llegaron. Y ya hombre, dueño de mis actos, lo elegí de querencia, y no me importaron ventosas primaveras, inviernos demasiado largos y breves veranos. Y algún día, cuando yo me integre a la greda y el humus de su tierra, treparé por la sabia de los montes, para seguir mirando este paisaje agreste de mi Patagonia vieja”. (APP)