La “Itaparica” ya estaba descubierta/Por Jorge Castañeda

 

Valcheta.- (APP) Entre los detalles del combate del 7 de Marzo en determinado momento “el comandante Bynon, viendo que la población no corría peligro ya, bajó sus naves en procura de la escuadra imperial, asaltando y rindiendo dos de sus tres buques: el bergantín “Escudiera” y la goleta “Constancia”. Sólo la “Itaparica”, la esbelta corbeta, quedaba por tomar; era el último reducto de los invasores, pues su tropa terrestre ya había rendido sus armas al atardecer”. Crónica de “la gesta de Patagones”, Suplemento 20 de la revista “Rumbo Sur”.

Hacer una descripción de los diferentes tipos de embarcaciones sería demasiado exhaustivo y da tema para otra nota.

En el excelente libro “Las calles de mi pueblo”, recopilación de María Cristina Casadei, Enrique Antonio Magagna y Luis Angélica Urban reseña la calle “Itaparica”, que corre paralela al río Negro en los barrios Jorge Newbery y Luján, de Carmen de Patagones autoría de la alumna Cecilia Edith Taylor.

Por lo sucinta y ajustada merece transcribirse completa.

“Era una corbeta que formó parte de la escuadrilla imperial que invadió nuestras márgenes en 1827. La comandaba el segundo jefe de la expedición, capitán Guillermo Eyre”.

“Fue la segunda nave en entrar al río Negro la mañana del 26 de Febrero”.

“Dado su gran porte y la gran bajante del río, quedó semivarada frente a la casa del práctico y allí la encontró Bynon con su “Bella Flor” el 7 de Marzo a las 22 horas. Abordada por el galés, fue traída a Patagones donde se la rebautizó como “Triunfo de Ituzaingó”, como homenaje al triunfo de las armas argentinas comandadas por el general Alvear contra el imperio del Brasil”.

“Tenía 101 pies y dos pulgadas de eslora, 29 de manga y 14 de puntal”.

“Cuando volvió al mar lo hizo transformada en buque corsario pero pronto retornó, ya maltrecha, y quedó varada en el río sirviendo de pontón. Durante muchos años siguió allí hasta que se hundió frente a El Carmen. Una parte quedó recostada en el banco que el río tiene sobre la margen derecha. La depredación la destruyó perdiéndose una reliquia que no pudo ser reflotada. Durante muchos años y en las bajas mareas se veía parte de su casco hasta que las grandes c recientes la cubrieron totalmente”.

“Con maderas de los restos de la “Itaparica” muchos vecino fabricaron bastones. Uno de ellos, perteneciente a Liborio Bernal, se conserva en el Museo de Patagones”.

En un fragmento del meduloso “Diario de la gesta”  autoría del Profesor Pedro Pesatti, se describe con mucha precisión las características de la nave en cuestión: “La “Itaparica” tenía 101 pies y dos pulgadas de largo, 29 y medio pies de manga y 14 pies de calado. Cuenta con dos cañones de bronce de a 9, 14 cañones largos de hierro de a 18 y 6 carronadas de hierro de a 24”.

A la vista de estos eruditos antecedentes, y de otros más, mal entonces se puede hablar del “descubrimiento” de la “Itaparica” por un grupo de arqueólogos subacuáticos de la Universidad de Luján y del Instituto de Arqueología y Pensamiento latinoamericano del Ministerio de Cultura de la Nación.

Los restos de la corbeta fueron avistados por numerosos vecinos (entre ellos la siempre recordada Emma Nozzi) hasta la década del 70 conociéndose con cierta precisión el lugar de su ubicación.

Sería también muy importante que para cualquier estudio de tema histórico, cultural y de patrimonio se realice una consulta a los excelentes investigadores que tiene la provincia, que son los que han realizado los más valiosos aportes sobre dichas temáticas.

Comparto también lo expresado por el señor Vicegobernador Pedro Pesatti con respecto a abrir la discusión sobre el uso que se debe dar a nuestro rico patrimonio, cuyo estudio debe ser integral para poder entender de dónde venimos y así saber hacia dónde vamos.