“Nada debe ser más lindo en una escuela que surja una comunidad de la palabra”/Por Claudio García

Viedma.- (APP) Días atrás se presentó en la Escuela Primaria 200 la antología “Burbujas de Palabras” con cuentos y relatos de chicas y chicos de 6to y 7mo grado.

Este hermoso logro surge del proyecto “Somos Palabra”, enmarcado en el taller Alfabetización avanzada para 2do y 3er ciclo, que llevó adelante la narradora, actora cultural y maestra tallerista Nora Rodríguez, apuntando precisamente a generar en esas chicas y chicos empatía con la literatura, la lectura en voz alta, la narración oral y escritura.

Agradezco que en su momento Nora me convocara en mi rol de escritor para dar una mirada constructiva y de estímulo a esos textos y sumar un prólogo a la edición artesanal que finalmente pudimos presentar el pasado 13 de diciembre.

El libro contiene más de 25 textos de las alumnas y alumnos de los dos grados, una dedicatoria de Eraclio Zepeda, mi prólogo y las dedicatorias de la propia Nora Rodríguez junto con un sentido texto final sobre Ayelén Sanzana Huayquillán, una nena que fue parte del grupo de alumnos y alumnas y que a sus 11 años, en el 2018, falleció trágicamente junto a otros cinco hermanos, su madre y su padre en el incendio de una humilde casa del barrio Zatti, hecho calificado como accidente pero que tuvo el trasfondo de violencia familiar por parte de ese padre.

Precisamente, además de las chicas y chicos protagonistas de la antología, autoridades y docentes de la escuela, estuvieron presentes la abuela y dos tías de Ayelén, así como el secretario general de la UOCRA, Damián Miler, a quien agradeció Nora por ayudar durante la pandemia a familias de las alumnas y alumnos que requerían alimentos y otras asistencias, la concejala Vanessa Cacho Devincenzi y el escritor Daher Salomón, entre otros.

Lamentablemente el espacio tan importante generado por Nora no tendrá continuidad en el 2022, ya que las autoridades del establecimiento no hicieron esa solicitud, pero a través de la concejala Vanessa Cacho Devincenzi pondremos en valor la antología empujando una declaración de interés y requeriremos a las autoridades que se garantice la continuidad del taller, sobre todo porque ninguno de los espacios similares que habrá el próximo año en ese establecimiento se refiere a la literatura, la narración y la escritura. Hay que hacer crecer este tipo de talleres, no cercenarlos, no se visualizan razones curriculares ni presupuestarias para impedir que el proyecto de Nora Rodríguez tenga continuidad.

Reproduzco el prólogo que aporté a “Burbujas de palabras”

“La palabra es una ventana que deja entrar la luz e ilumina un espacio de libertad”

León Felipe, un poeta, escribió algo así como que la palabra es una ventana en la casa de una niña o un niño, de una chica o un chico, y por esa ventana irrumpe la luz e ilumina.

Cuando leí estos cuentos y relatos sentí la emoción de saber que Nora, una mujer tallerista, maestra, luchadora contra los molinos de viento, fue capaz de estimular a un grupo de chicas y chicos para que encontraran sus ventanas.

Nada debe ser más lindo en una escuela que surja una comunidad de la palabra, de lectoras y lectores, de escritoras y escritoras. Quizás muchos saberes y cosas aprendidas en las aulas se pierdan más adelante o queden como herramientas inconscientes a utilizar cuando la vida práctica las reclama. Pero cuando uno encuentra el amor a la palabra se hace poseedor de una de las formas de la felicidad. La vida nos puede hacer pasar muchos momentos malos, podemos abrazar la soledad o la tristeza, nos pueden faltar muchas cosas y perder seres que queremos o amamos, pero la palabra leída o escrita siempre estará allí como consuelo o refugio. Lo mismo con cualquier expresión artística, sea música, actuación, danza o dibujo. Perdurará como la amiga o el amigo más fiel aún cuando sintamos que todo nos abandona. Y cuando la vida también nos reconcilie con el amor y la alegría, la palabra o el arte que abracemos las iluminará aún más.

La palabra es una ventana por la que irrumpe la luz e ilumina un espacio de libertad.

Y esto es visible en cada una de las historias de esta antología. Se puede poner en palabra todo lo que sentimos e imaginamos, lo que recordamos y lo que vivimos. Bueno o malo. Con la palabra se puede hacer crecer el corazón y la mente. Podemos ponernos en otro lugar, proyectarnos en personas que no somos o en el futuro que queremos. Podemos camuflarnos e inventar personajes que digan las cosas que no nos animamos a decir o que preferimos callar. Y como dijo Nora esos diferentes mundos están acá, en esta antología, son de las chicas y chicos que los crearon, y al leerlos también serán un poco nuestros.

Comencé con algo que dijo un poeta y quiero terminar con lo que dijo un filósofo. Se llamaba Nietzsche, que se escribe muy difícil pero se pronuncia más fácil, “Niche”. Él, en uno de sus libros más importantes escribió algo muy bello, que cualquier hombre y mujer puede alcanzar la más alta expresión de su espíritu, su libertad, su autonomía, transformándose nuevamente en niño.  El niño es el único capaz de ser inocente, de asombrarse de todo y de olvidar rápidamente para un nuevo comienzo, de decir, aún con problemas o enfrentando dificultades,  “sí a la vida”,  amarla, disfrutarla, antes que juzgarla.

Todas y todos los que escribieron estos cuentos y relatos están en una edad donde ya dejan de ser niñas y niños, por lo menos eso se cree y se dice, como si ser niña o niño fuera sólo una cuestión de los años que se tienen. Yo creo, como “Niche”, que no hay que perder lo niño en la manera de abordar la vida, y si los años nos hacen olvidar esto, hay que recuperarlo. Sería bueno que atesoren las historias que escribieron y, mucho mejor, que esta tarea, junto con la lectura, nunca la abandonen. Pero sobre todo como recordatorio que cuando lo hicieron todavía no habían perdido lo niño, lo niña, que tenían un espíritu libre, capaz de afrontar todo lo que les depare la vida hacia adelante e imponer sus objetivos y sueños.