Reflexiones sobre Marco Aurelio/Por Claudio García

Viedma.- (APP) “Hay en Marco Aurelio algunos pensamientos envidiables, y otros que, sin compartirlos del todo son como pequeñas joyas que hacen pensar”.

Hace ya muchos años me encontraba hurgando libros de oferta en una librería de Buenos Aires y me encontré con “Meditaciones” de Marco Aurelio, el llamado emperador filósofo y además último gran emperador romano. Ese texto me permitió tener una idea clara de su pensamiento.

Descubrí que no puedo compartir el fondo de su filosofía, el estoicismo, pero hay en Marco Aurelio algunos pensamientos envidiables, y otros que, sin compartirlos del todo son como pequeñas joyas que hacen pensar. El fondo de su filosofía es conservadora. La inteligencia del hombre, que considera el romano lo más importante, es entendida como parte de la divinidad. De allí una contradicción, uno debe regirse por la razón más que por los instintos o los impulsos, pero al ser parte de la divinidad, debe someterse a la “naturaleza”, así la llama, que cada uno tiene signada como parte de todo lo que fue creado por dios o los dioses.

Para el estoicismo  la vida del hombre debe adecuarse a la naturaleza y vivir de acuerdo con ella en todo. Para Marco Aurelio como para el otro gran estoico Epicteto quien dice naturaleza dice destino, dice ‘los dioses’, dice providencia. De allí, a pesar del eclecticismo de esta corriente de pensamiento tan lejana, lo conservador. De esta manera uno se somete a los acontecimientos.

Para el estoicismo son valores fundamentales el bien, la virtud, la prudencia, el pudor, entre otros, y rehuye los vicios, el mal. En esto hay cruces compartidos con el cristianismo, y en realidad éste, cuando le da forma a su ‘corpus’ teórico religioso, toma parte de la filosofía estoica. Recordemos que con el emperador romano Constantino, el cristianismo se vuelve religión oficial, unas cuántas décadas después de Marco Aurelio, y necesariamente  esta adopción fue posible porque en gran parte el cristianismo representaba parte de lo ‘filosófico’ de griegos y romanos. No olvidemos a Nietzsche que decía con certeza que el cristianismo era un ‘platonismo’ para el pueblo.

Volviendo a Marco Aurelio, para él en última instancia la riqueza o la pobreza son indiferentes, dependen de “la naturaleza”, de lo que traza el destino. Se hace difícil igualmente comprender cabalmente lo que quiere decir  Marco Aurelio cuando nos llama a “vivir confome a la naturaleza”, porque ¿cómo descubre uno cual es su “naturaleza?

Dado que el principio rector del estoicismo es la razón, ésta debería ser “lo que queremos”, lo que más queremos profundamente para nuestra vida, y a ello debemos someternos. Pero también puede entenderse que sea “lo que somos”, adaptarnos no a objetivos de vida, cierto oficio o profesión, una mujer e hijos, etc., sino a cualidades de nuestra personalidad, de nuestra conducta, como ser guerreros, avaros, envidiosos, contemplativos, o lo que sea. Podría ser. Porque si bien  la naturaleza a la que se refiere Marco Aurelio es una naturaleza racional (Escribió: “…no mirar a otra cosa, ni por poco tiempo, sino a la razón”), pero como la razón también debe controlar para los estoicos los impulsos, lo que sería la parte irracional del individuo, en última instancia estos forman parte de la naturaleza también.

Recuerdo que en la película “El silencio de los inocentes” -que en realidad se llama originalmente “El silencio de los corderos”, el nombre la novela de Tomas Harris en que se basó-, el personaje Aníbal Lecter, cuando le tira pautas a la estudiante del FBI que interpreta Jodie Foster  para que en el expediente sobre los asesinatos seriales de mujeres que se estaban investigando descubriera pistas certeras, le cita a Marco Aurelio diciendo que pensara con simpleza y que para explicar una cosa primero hay que preguntarse cuál es su naturaleza. En la película, Anibal ‘Canibal’ Lecter le dice a Jodie Foster que el asesino de las chicas, que antes de matarlas le saca parte de la piel (porque es homosexual y pretende ser transexual, y por eso mata mujeres para hacerse un traje con la piel de las asesinadas para asumir una forma exterior de mujer), tiene por ‘naturaleza’ la envidia (agrega que uno envidia lo que ve, y de allí, por lógica, saca que el asesino debe vivir en el pueblo de la primera mujer que asesinó). Del autor del libro de “El silencio de los corderos” se desprende entonces que una acepción de ‘naturaleza’ sería lo que cada uno entiende es su cualidad principal. No obstante, como Marco Aurelio entiende a la razón como parte de la divinidad, la naturaleza de uno no puede ser algo estrictamente personal o reflejo de una cualidad personal, sino individual en relación con lo universal.

Como escribió Marco Aurelio en el pensamiento 9 del Libro II de “Meditaciones: “Es preciso siempre tener en cuenta…cómo es ésta (mi naturaleza) en relación con aquélla (la naturaleza universal)…”. Es decir que ‘mi naturaleza’ no puede contradecir la naturaleza universal. Para Marco Aurelio entonces mi naturaleza debe tener un signo positivo a los valores que más destaca el estoicismo: el bien, el pudor, la mansedumbre, el amor al hogar, la justicia, etc., dado que el mundo, “la obra de los dioses”, como escribió, “está llena de providencias”.

Igualmente –como dije al principio- por ser lo suficientemente laxa esta filosofía, encuentro en el libro Meditaciones de Marco Aurelio pensamientos muy importantes. Cito algunos:

“Aunque fueras a vivir tres mil años y otras tantas veces diez mil, recuerda, sin embargo, que nadie pierde otra vida que esta que vive, y no vive otra que la que pierde. De manera que a lo mismo viene a parar lo más largo y lo más corto. Pues el presente es igual para todos, y, por tanto, igual lo que pierde…  Porque ni el pasado ni el futuro podría nadie perderlo. Porque de lo que no se tiene ¿cómo podría uno desprenderse?…. que tanto el que vive muchísimo tiempo como el que ha de morir rápidamente, sufren la misma pérdida. Pues es el presente sólo del que se va a ver privado, puesto que sólo tiene éste, y lo que uno no tiene no lo pierde”.

“No consideres las cosas tal como las juzga el petulante, o como quiere que tú las juzgues, sino míralas como son de verdad”.

“…considera que cualquier año, por lejano que sea, no es nada más importante que mañana”.

“Lo que no beneficia a la colmena, tampoco beneficia a la abeja”.

“Contempla las causas desnudas de cáscaras…”.

“Si estás triste por algún factor exterior, no es él el que te perturba, sino el juicio que tienes acerca de él… Si te entristece alguna de las cosas que hay  en tu propia disposición ¿quién te impide rectificar tu parecer? Igualmente, si te entristeces porque no haces lo que te parece sano, ¿por qué no lo haces más bien que dejarte entristecer?…..”.

“Atento a cada uno de los objetos existentes, piensa que ya se está disolviendo y ya se halla en transformación y, por así decir, putrefacción, o dispersión, o de qué modo cada uno ha nacido, como si dijésemos, para morir”. (Esta idea también está en el Hamlet de Shakespeare).

“Hay que ver cómo son para comer, dormir, fornicar, evacuar y lo demás. Y luego ¡cómo se las dan de machotes, qué orgullosos, irritables y criticones, con su aire de superioridad! Poco antes  ¡de cuántos eran esclavos y por qué cosas! Y dentro de poco se encontrarán en otra situación parecida”.