Viedma.- (APP) En estos tiempos de suspensión de las clases, por la cuarentena preventiva del virus Covid 19, el ministerio de Educación de la Nación dirige valiosos esfuerzos a los programas de educación a distancia, a través de páginas de internet y otros formatos. Pero el apuro, la improvisación y el uso no analítico del recurso fácil de copiar y pegar, juegan en contra a la hora de la elaboración de los documentos que se distribuyen a los docentes y alumnos.
Es el caso de los errores cometidos en el cuadernillo número 1 para escuela del programa “Seguimos Educando”, donde se menciona al pueblo mapuche con tiempos verbales del pretérito (“los mapuches vivían”) y se incluyen imágenes de viviendas (las “rukas” como la que ilustra esta nota) que no se corresponden con la historia y actualidad del pueblo mapuche en territorios de la actual República Argentina.
Estas fallas motivaron el justificado rechazo de organizaciones representativas mapuches, con quejas dirigidas a la cartera educativa nacional y una presentación formal ante el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo). La reacción del ministerio encabezado por Nicolás Trotta no se hizo esperar, hubo una comunicación pidiendo disculpas y, poco después, el material mal confeccionado fue retirado del portal digital.
La experiencia debe ser aleccionadora. El respeto y la preocupación por la verdad histórica, política y cultural deben ejes principales de la investigación y redacción de este tipo de contenidos con finalidad educativa.
Es interesante leer el comunicado que, frente a los errores mencionados, emitió en Vüriloche (San Carlos de Bariloche) el Espacio de Articulación Mapuche y Construcción Política.
Dicen los referentes de la organización: ”repudiamos cómo se nos representa a las y los mapuche en el material didáctico elaborado y distribuido, en las primeras semanas de cuarentena, por el Ministerio de Educación de la Nación para el nivel primario. En el apartado de Ciencias Sociales de la segunda semana de primer grado, el abordaje que pretende realizar de las familias evidencia una falta de asesoramiento y notorio desconocimiento de la realidad del pueblo mapuche. Como organización del Wallmapu consideramos que es fundamental posicionarnos ante un nuevo atropello de una institución del Estado argentino”.
Añaden: “que el discurso nacional utilice el pretérito/ pasado para hablar de nosotros no es cosa nueva. No hace mucho que el responsable del Ministerio de Educación del anterior gobierno, Esteban Bullrich, recordó con cierta nostalgia y una metáfora poco feliz el genocidio llamado Campaña del Desierto. Su “Nueva Campaña que llegó con educación y no con espadas” parece que trasciende gobiernos e incluso la capacidad crítica de ese conglomerado autoproclamado nacional y popular que inunda los ministerios de funcionarios”.
“Cuando decimos que la escuela opera, lo decimos con ese sentimiento que nos carcome de angustia e impotencia, porque nuestros pichikeche (niños y niñas) a diario deben lidiar con un discurso escolar nacionalista que aún sigue vigente, el cual representa el accionar de un Estado que invisibiliza (ligando a un pasado remoto y extinto) toda expresión que atente contra su idea de Nación. Frente a esas prácticas no callaremos, no hay práctica ingenua en el escenario escolar, la ideología de un Estado que no reconoce la matanza y la apropiación de territorio se materializa en la invisibilización de un pueblo, en el adoctrinamiento escolar y en la producción y reproducción de un discurso negador y acrítico” agrega el documento.
Finaliza diciendo que “ni la pandemia que afecta los territorios genera un “recreo” a la hora de negar, omitir e invisibilizar la pluralidad de identidades e historias que pisan este territorio. ¡Nosotros no encontramos diferencias entre las familias mapuche y nosotros señor Nicolás Trotta, señora Adriana Puiggrós! En tiempos en donde la sanidad puso una alarma a este modelo, esperemos que a la escuela también le llegue su ruido.¡El pueblo mapuche vive… en las aulas de todo Wallmapu!”
Adrián Moyano, integrante de dicho Espacio de Articulación Mapuche, autor de varios libros sobre historia y cultura mapuche, comentó este episodio en las redes sociales, calificando como “burda maniobra” la de cortar y pegar y explicó que “ la ruka que aparece en la imagen (similar a la que ilustra esta nota) , no estaba generalizada en el Puelmapu, es decir, el territorio que usurpó la Argentina a través de la Campaña al Desierto. Según los registros históricos, en el siglo XIX existieron algunas «ruka» en la zona cordillerana hoy neuquina, cerca de San Martín de los Andes y Aluminé, pero fue el llamado «toldo» la vivienda habitual de las distintas parcialidades mapuche en la mayoría del espacio territorial. Vivir de acuerdo a los ciclos de la naturaleza, hacía que antiguamente, los peñi y lamngen pasaron una época del año en un punto y en lugares distantes las demás estaciones. Esa movilidad tornaba poco práctica las grandes «ruka».
Completó Moyano que “la que aparece en la imagen es más propia de la actual Araucanía. A la llegada de los españoles, el pueblo mapuche era sobre todo agricultor y navegante. En esas circunstancias, era comprensible que las «ruka» no sólo existieran, sino que además fueran de grandes proporciones. Hay quien dice que el pueblo mapuche recuperó cierto nomadismo -no acuerdo del todo con esa expresión- ante la situación permanente de guerra que trajeron los conquistadores. Antes de su llegada, era del todo sedentario y de ahí las grandes «ruka».
“El pueblo mapuche no sólo no tiene mucho que ver con esa caricatura histórica. Además, está profundamente vivo. Cada vez más vivo” puntualizó finalmente.
Es imprescindible que los organismos públicos educativos nacionales y provinciales tomen este mal paso como un punto de arranque para la compilación de materiales adecuados, bien escritos y documentados con ilustraciones correctas, que contribuyan fielmente al conocimiento de las culturas indígenas argentinas. Que no son pasado, sino presente. (APP)