Miguel Ortiz Pereyra, precursor de FORJA y la lucha contra el imperialismo británico/Por Omar Nelson Livigni

Viedma.- (APP) Cualquier referencia a FORJA (Fuerza  Orientadora Radical de la Joven Argentina) que mantuvo los postulados del “Yrigoyenismo” a partir de la instauración en el país de la denominada “década infame”, de 1930 a1943, hace surgir rápidamente   los nombres de figuras como Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz, y Homero Manzi, entre los más reconocidos predicadores de aquella gesta contra el imperialismo británico.

 Pero por esos inexplicable “vacíos”” de la historia”, es muy difícil que aparezca en los medios periodísticos, o en las agrupaciones políticas afines con aquel pensamiento nacional, alguna reivindicación a Miguel Ortiz Pereyra,  pese a que  en su momento fue considerado como el verdadero precursor de FORJA.

Derrocado Hipólito Yrigoyen, Ortiz Pereyra renunció a un importante cargo público de Fiscal Federal y se ofreció como abogado defensor del ex presidente, preso en la isla de Martín García .

Por aquellos días difíciles para la vieja UCR, en su libro “La Tercera Emancipación” cuestionaba al “régimen falaz y descreído” y denunciaba “a una sociedad  donde los negocios, los directores y los propietarios de las grandes compañías, comerciales e industriales, los exportadores e importadores, los dueños de las empresas de transporte, los capitalistas que trafican nuestros productos, nuestros productores y quienes  gobiernan, no son argentinos”.

En otra de sus obras, “Por nuestra reivindicación cultural y económica”, con  un lenguaje más incisivo decía: “…nuestros gobernantes y nuestros intelectuales han vivido y continúan viendo con los ojos en Europa y sucedió que mientras organizábamos la inmigración de las personas, ellos estuvieron organizando la emigración de nuestras ideas”.

A ese trabajo, Norberto Galasso, el calificado autor de su biografía, le otorgó el valor de ser “el primer intento dirigido a  sustituir esa emoción radical que luego cultivará prolijamente Ricardo Balbín, por una concepción nacional fundada en razones económicas”.

Pero además apunta que Ortiz Pereyra no consigue superar su nacionalismo democrático y asume un contenido agrarista, sin distinguir entre los chacareros de la pampa gringa y  ganaderos de la pampa húmeda, cuestiona lo que califica como industrias artificiales, y se define en favor del librecambio. No obstante ni su nacionalismo agrarista y antiindustrialista fue tolerado por el régimen de la Concordancia -de Agustín P. Justo a Roberto Ortiz, de 1932 a 1942-, se lo consideró un “escritor maldito” y sus ataques a la subordinación del gobierno a los intereses británicos le costaron el silencio a sus libros y un largo tiempo en la penitenciaría nacional.

Al regreso de un período de ostracismo en Montevideo prosigue la lucha y convencido que “hay que radicalizar al radicalismo”, promueve con  Julio Barcos la agrupación de “Izquierdistas de la Unión Cívica Radical (UCR)”.

Su propósito fue  imprimirle a la UCR y al país un nuevo rumbo de un ideario izquierdista en lo económico, en lo social, cultural y político y “completar la obra de Yrigoyen consiguiendo para la clase trabajadora lo que siempre le habían negado a los trabajadores, personería gremial y libertad de desenvolvimiento”.

En 1933 muere Yrigoyen y en 1935 Ortiz Pereyra,  Arturo Jauretche, Homero Manzi,  Juan M. Fleitas, y Félix Ramírez García dejan constituida  FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), bajo el lema “Somos una colonia. Queremos ser una Nación”.

Por esa época, vedado el acceso a las radios y a los grandes diarios, Pereyra recurre a su último libro, “S.O.S. de mi pueblo” y reitera allí, con mayor énfasis sus anteriores críticas al estado de cosas  imperante. Incansable en su militancia y en la difusión de sus ideales escribe en el periódico “Reconquista” de Scalabrini Ortiz, y también en “Señales” de Arturo Jauretche.

Norberto Galasso, el ensayista que rescató a Ortiz Pereyra en su lucha contra el imperialismo británico en los distintos escenarios de su patriótica actuación, le impugna empero su concepción agraria, insuficiente ante la pujanza de la industria nacida al calor de la crisis y esos obreros morochos recién llegados del interior, y ante la necesidad de dejar de ser “la granja de su majestad”.

Ortiz Pereyra falleció el 23 de mayo de 1941 en Buenos Aires. (APP)