A 59 años de la asunción de José María Guido a la Presidencia de la Nación/Por Héctor Jorge Colás*

Viedma.- (APP) Mientras el comandante en Jefe del Ejército, general Raúl Poggi, acariciaba el bastón de mando presidencial, el presidente provisional del Senado, senador por Río Negro, José María Guido, juraba en la Suprema Corte como nuevo presidente de la Nación.

La Argentina política vivió desde el 29 de marzo de 1962 hasta el 11 de octubre de 1963 un período de paz pactada, dentro de una continuidad institucional aceptada por los que detentaban el poder: Las Fuerzas Armadas. Mientras el comandante en Jefe del Ejército, general Raúl Poggi, acariciaba el bastón de mando presidencial y llevaba varias pruebas de la banda que lo acreditaría en pocos minutos como primer magistrado en la Casa Rosada, el presidente provisional del Senado, senador por Río Negro, José María Guido, juraba ante la Corte Suprema de la Nación en el Palacio de los Tribunales como nuevo presidente. La maniobra urdida por Frondizi, el ministro de Defensa, Rodolfo Martínez, y el ministro de la Corte Suprema, Julio Oyhanarte, tomó de sorpresa al poder militar, a los sindicatos y a la sociedad argentina.

Es preciso recordar que Frondizi, Edgardo Castello y Guido llegaron a sus cargos, impulsados por el voto peronista que Perón ordenó –cumpliendo un pacto- votar a los candidatos de la UCRI en todo el territorio nacional.

Julio César Oyhanarte tuvo una activa participación para que se arribara a la designación y toma de juramento de José María Guido. ​Junto a Frondizi, fue  el ideólogo de la asunción del senador por Río Negro. ​

Posteriormente renunció a la Corte Suprema de la Nación cuando José María Guido perdió legalidad institucional al comportarse como un gobernante de facto y no como un mandatario aplicado al cumplimiento de las disposiciones del régimen de acefalía presidencial.

Recordemos que la elección del 18 de marzo de 1962 empujó la caída de Frondizi; los votos del peronismo, que se había presentado con diferentes siglas partidarias alcanzando en el orden nacional 2.530.000 votos contra 2.425.000 de la UCRI y 1.753.000 sufragios del Radicalismo del Pueblo (UCRP). En Misiones, Salta y Neuquén, el triunfo fue de los neoperonistas, en tanto que el peronismo ortodoxo había logrado las gobernaciones de Tucumán, Chaco, Santiago del Estero, Río Negro y Buenos Aires.

En el despacho, esperaban al presidente Guido civiles, militares y los comandantes en jefe de las tres armas, quienes le impusieron en un acta de 13 puntos que contemplaban una serie de compromisos para asumir su mandato. En primer lugar, anular las elecciones del 18 de marzo. Cumplió lo pactado, ya que su primer acto de gobierno fue la intervención de las provincias donde había triunfado el justicialismo. El Congreso Nacional sólo se reunió para modificar la Ley de Acefalía y luego entró en un receso obligado.

Los ministros se sucedían. A Federico Pinedo, que sólo duró dos semanas, luego de una serie de medidas de tal magnitud que produjeron en el sistema económico-financiero profundos cambios. Lo reemplazó Álvaro Alsogaray. Entre abril y septiembre se trató de implementar un plan con el objeto de normalizar institucionalmente el país. La dificultad residía en el seno del ejército, donde se perfilaban dos tendencias: una, propugnada por el retorno a la vida política, donde si bien estaban de acuerdo en que el peronismo no debía llegar a gobernar, sí creían en cambio que debía buscarse la forma de permitírsele expresar y actuar como oposición; la otra, creía en la necesidad de una larga dictadura militar de represión al peronismo y al comunismo.

Asumieron varios comandantes en jefe del Ejército hasta que, entre el 17 y el 23 de septiembre, las posiciones y las luchas armadas en Plaza Constitución, Parque Chacabuco y Parque Avellaneda, con vuelos rasantes y tanques intimidatorios, tuvieron color: Azules los de la primera posición y colorados los de la segunda. Finalmente, los colorados se rindieron dando lugar a detenciones, pases a retiro de jefes y oficiales involucrados con la fracción derrotada.

Se hicieron cargo de la comandancia de Ejército tres generales azules: Juan Carlos Onganía comandante en jefe, Benjamín Rattenbach secretario del arma y Julio Alsogaray subsecretario. La Marina se mantuvo neutral.

Hubo cambios en el elenco ministerial: Rodolfo Martínez fue nombrado nuevamente ministro del Interior. El grupo azul produjo el célebre Comunicado 150, y cuya autoría reconoció, más tarde, Mariano Grondona. En él se sostenía la necesidad a la subordinación militar al orden civil, el retorno al gobierno de la Constitución y elecciones libres sin proscripciones.

  El 24 de julio el decreto 7.162/62, firmado por José María Guido, dio a conocer el Estatuto de los partidos políticos, cuyo objeto era «negar el reconocimiento y actuación en el orden electoral de aquellas agrupaciones caracterizadas por su organización antidemocrática y su tendencia totalitaria de derecha o de izquierda». Este decreto fue modificado por los decretos del 13 de agosto Nº 8.162/62 y sustituido por el decreto ley del 19 de noviembre Nº 12.530/62, que mantenía la proscripción del peronismo.

También durante este gobierno se puso nuevamente en vigencia el decreto ley 4.161/56 que prohibía en todo el país la propaganda y difusión de la doctrina y elementos de afirmación ideológica peronista. El 13 de agosto de 1962 el decreto 8.161 prohibía «la acción nefasta y subversiva del comunismo que pretende socavar los elementos de nuestras instituciones libres».

El triunfo de los azules permitió instrumentar un frente político que agrupara diferentes partidos. El 8 de marzo de 1963 el partido Unión Popular (peronista) consiguió la personería jurídica. Su secretario general, Raúl Matera, y dirigentes de los partidos Radical Intransigente, Demócrata Cristiano, Unión Federal y Conservador Popular se reunieron con el objeto de constituir un nuevo frente, Nacional y Popular. El 3 de mayo el Frente quedó constituido. Además, se acoplaron otros partidos: Laborista, Tres Banderas, Blanco y Justicialismo; fueron parte del Frente los 62 Gremios, la CGT y la Confederación General del Trabajo Antártica.

El 24 de mayo de ese año, Perón dio a conocer la fórmula presidencial: Vicente Solano Lima-Carlos Sylvestre Begnis. Frondizi, desde Bariloche donde estaba preso, aprobó los candidatos del Frente.

Un sector de la Unión Cívica Radical, no satisfecho con los nombres y liderado por Oscar Alende, se separó del Frente con su propia fórmula: O. Alende-C. Sylvestre Begnis. El candidato a vicepresidente renunció y aceptó la candidatura con V. Solano Lima. Otra deserción: el Partido del Movimiento del Frente Nacional, apoyado por los laboristas, proclamó al general León Justo Bengoa como presidente. Poco a poco el Frente Nacional y Popular comenzó a disolverse.

Perón ordenó votar en blanco en las elecciones del 7 de julio de 1963. Lo que quedaba del Frente decidió la abstención, medida a la que se adhirió Frondizi.

El 2 de enero de 1962 aparece un nuevo partido político formado por distintos grupos de opinión con el propósito de llevar como candidatos a presidente al general Pedro Eugenio Aramburu. Se llamó UDELPA (Unión del Pueblo Argentino) y se unió a la Democracia Progresista con la fórmula Aramburu-Horacio Thedy.

La Federación de Partidos de Centro (conservadores) presentó su binomio Emilio Olmos-Emilio Jofre. La Unión Cívica Radical del Pueblo eligió el 19 de marzo como candidatos a Arturo Umberto Illia-Carlos Humberto Perette. Este partido lo seguía liderándolo Ricardo Balbín.

El general Osiris Villegas, azul, ocupó el ministerio del Interior y las elecciones se realizaron, tal como se había fijado, el 7 de julio de 1963. Pero antes el 18 de mayo se dictó el decreto 4.046/63 en el que se prohibía a la Unión Popular (neoperonista) a presentar candidatos a la Presidencia y a Senador Nacional.

El partido Socialista se había fraccionado en dos: el Socialista Argentino, con Alfredo Palacios y Ramón I. Soria, y el Socialismo Democrático, con Alfredo Orgaz y Rodolfo Fitte. La Democracia Cristiana publicitó la fórmula Horacio Sueldo-Francisco Cano. En los comicios nacionales se aplicó el sistema de representación proporcional, dejando de lado el de lista incompleta.

A pesar de las proscripciones, el llamado a elecciones fue recibido por la población con entusiasmo. El total de los votos emitidos fue de 9.710.116, representando el 85% del total de inscriptos (11.356.240 electores).

La UCRP (Unión Cívica Radical del Pueblo), representada por la fórmula Illia-Perette, obtuvo 2.441.064; la UCRI (Radicalismo Intransigente), 1.593.992; UDELPA (Aramburu), 728.662; Demócrata Progresista, 633.934; Partidos del Centro, 499.822; Demócrata Cristiano, 324.723; Socialista Argentino, 288.339; Socialista Democrático, 258.787; votos en blanco, 1.827.464.

Debido al número de votos en blanco, al día siguiente la Cámara Nacional Electoral resolvió que «los votos en blanco debían computarse como válidos a los efectos de los cálculos necesarios y para establecer el mínimo del 3% del total de sufragios emitidos en el distrito para participar en el ordenamiento y en la distribución de cargos». La Unión Cívica Radical del Pueblo obtuvo 169 de los 239 electores presidenciales necesarios. Logró el 25,15%. La abstención peronista fue segundo con el voto en blanco, con 19,42%.

Pero es preciso recordar en esta rememoración, otra actitud y pensamiento político del doctor José María Guido. Cinco años antes, el 23 de septiembre de 1957, en la Convención Constituyente para la elaboración de la primera Constitución de Río Negro, como representante de la bancada de la UCRI, planteó la realidad de la marginación del justicialismo. El convencional de Viedma, mocionó para que la carta magna que sancionara la Convención “tendría que tener una vigencia provisoria, que deberá ser ratificada por todo el pueblo de Río Negro. Entonces sí, esta Constitución tendrá pleno derecho e inobjetable validez”. El Libro de Sesiones señala que Guido fundamentaba su moción teniendo en cuanta “que un sector importante de la ciudadanía ha quedado excluido de las deliberaciones de este cuerpo”. Afirmaba “el 25 por ciento de la ciudadanía no tiene representación en este recinto, por eso proponemos la cláusula transitoria”.

Por su parte su compañero de bancada, el convencional por General Roca, Pablo Fermín Oreja, precisaba en su participación, “nadie ignora que hay sectores importantes del pueblo trabajador que se encuentran en conflicto porque sus derechos sociales, sus conquistas y sus reivindicaciones están siendo desconocidas por este gobierno, que hizo una revolución para que en la Argentina hubiera justicia, libertad y democracia”.

Finalmente, la moción de instalar una cláusula transitoria a   la Constitución de Río Negro fue rechazada por la Convención por catorce votos contra nueve.

Pero la intención de Guido y toda la bancada de la UCRI, fue un gesto reparador que quedará en la historia del génesis provincial como un acto de honradez y transparencia política digno de destacar y recordar. Pretendieron que el peronismo, postergado y marginado de la vida nacional, pudiera consolidar con su voto la plena vigencia de la primera Constitución de Río Negro.

Pero cinco años más tarde en 1962-1963 el doctor Guido hizo todo lo contrario. Modificó sustancialmente su accionar y pensamiento político, concluyendo un período de transición inestable y cogobernando la Argentina con las Fuerzas Armadas, que eran los dueños del poder y las decisiones. El presidente logró su objetivo: llegar a cumplir las cláusulas inconstitucionales con la proscripción de la mayoría del pueblo, que le marcaron las Fuerzas Armadas para desterrar definitivamente de la vida nacional al peronismo y al comunismo.

*Periodista de Viedma