Adalberto Pagano, aquel gobernador del Territorio que dejó un conjunto de obras de vigencia actual/Por Carlos Espinosa

Viedma.- (APP) Hace 64 años, el primero de enero de 1960, murió en la ciudad de Buenos Aires el ingeniero civil Adalberto Torcuato Pagano. Su deceso fue el desenlace de  un accidente automovilístico en cercanías de Viedma, sobre la vieja ruta tres, cuando se trasladaba hacia su establecimiento rural “Olgadal”. En sus casi 66 años de vida Pagano fue exitoso constructor, brillante gobernador del Territorio Nacional de Río Negro, laborioso convencional constituyente provincial en 1957 y candidato a gobernador  en 1958. Pero, como si su paso por este mundo hubiese sido intrascendente, hoy casi nadie lo recuerda.

Adalberto Pagano nació el 24 de enero de 1894 y se recibió de ingeniero civil en la Universidad Nacional de Buenos Aires en  1916. Muy pronto se destacó como profesional en la ciudad de Bahía Blanca, en donde estaba radicada su familia, dejando la huella de su talento en el diseño y construcción de notables edificios: la sede del diario La Nueva Provincia,  la Sociedad Sportiva (hoy Club Universitario), el cine teatro Rossini; y su residencia y estudio  privados, en la esquina de Mitre e Yrigoyen, considerada una referencia magnífica del estilo arquitectónico “art eco”.

Tenía 38 años cuando el presidente Agustín P. Justo lo designó como gobernador del Territorio Nacional del Río Negro. Asumió el 11 de septiembre de 1932 y se mantuvo en el cargo hasta la revuelta militar del cuatro de junio de 1943. Esos casi 11 años al frente de la gobernación siguen siendo, aún hoy, el registro de mayor permanencia de un gobernador rionegrino, aunque sin el respaldo del voto popular que por entonces estaba vedado a los habitantes de los territorios.

Una etapa plena de realizaciones

Con el apoyo económico de las autoridades nacionales y una singular visión de progreso apoyada fundamentalmente en la realización de obra pública, el gobernador Pagano se destacó y dejó  todo el territorio rionegrino sembrado de obras que aún hoy perduran y sobresalen en el paisaje.

Una de sus preocupaciones fue la de la infraestructura policial.  Todas las comisarías de la región sur de la provincia, así como las de las localidades de San Javier y Cubanea en cercanías de Viedma –que por entonces eran asentamientos con gran cantidad de población rural dispersa, lo que hacía necesaria la presencia de las dotaciones policiales- fueron construidas entre 1934 y 1938. Pero además Pagano se esmero en dotar a los policías y familias de viviendas confortables, contiguas a los mismos edificios policiales, dotadas de detalles que sorprendían en aquellos tiempos, como sistema de calefacción central, alimentada con vapor de una caldera que se conectaba a la cocina económica; pisos de parquet en los dormitorios; y, por supuesto, baño instalado con agua corriente en el interior mismo de la casa.

Otra inquietud fue la de las llamadas salas de primeros auxilios, pequeños hospitales rurales en realidad, como los que hizo levantar en Ingeniero Jacobacci y Valcheta.

En Viedma, donde tenía su despacho, el gobernador Pagano puso a funcionar una oficina técnica con un dinámico equipo de colaboradores que estudiaba y resolvía todos los aspectos inherentes a las construcciones que se plantaban en los puntos más distantes del Territorio Nacional de Río Negro.

También puso en funcionamiento una línea de transportes oficiales, en camionetas adecuadamente equipadas, que paliaban las enormes carencias de las comunicaciones de la época.

El mantenimiento de esa flota de vehículos, la fabricación de mobiliario y hasta la confección de los cortinados eran trabajos que se realizaban en los talleres de la Gobernación. Para ello hubo que dotar a esa dependencia de las comodidades adecuadas. El ingeniero Pagano hizo construir un pabellón especial, a los fondos de la casa de Gobierno, con un gran patio central y secciones que se abrían a una amplia galería en tres plantas. Ese edificio, todavía en uso con algunas mínimas reformas, es actualmente la sede de la jefatura de la Policía de Río Negro, sobre la calle Roca esquina Belgrano.

La capital del Territorio tenía, a principios de los años 40, un grave déficit en materia sanitaria. El hospital salesiano San José tenía los días contados por su inminente demolición (en ese solar se erigiría la sede del Obispado de Viedma, en Yrigoyen y Alvaro Barros) y por eso Pagano apuntó a la solución de fondo: la construcción de un moderno hospital público, en terrenos fiscales sobre la calle Rivadavia.

La obra se puso en marcha durante su gestión, pero sería inaugurada recién a fines de 1945 cuando su mentor ya se había alejado del cargo de Gobernador. Ese hospital, bautizado inicialmente como Francisco de Viedma y después como Artémides Zatti, lo cobijó el primero de diciembre de 1959 cuando sufrió fuertes golpes  en el accidente sobre la polvorienta ruta nacional tres, en cercanías del puente Berreaute, cuando volvía  a su establecimiento de campo “Olgadal” , donde años más tarde se intentaría el emprendimiento del country club.

Las atenciones que recibió en el centro de salud viedmense, antes de su derivación a Buenos Aires, en donde fallecería por una inesperada complicación cardiaca, motivaron la gratitud de sus descendientes. Su hija Iris Ana “Cachito”, casada con un magnate europeo de la industria aeronáutica y radicada en Alemania, al fallecer dejó al hospital Zatti un cuantioso legado en dinero, que durante varios años fue abonado en cuotas a través de la  Cruz Roja Internacional.

Su otra hija, Olga  Hebe “Beba” Pagano, cuando presentó en Viedma, en octubre de 2004, el excelente libro de recopilación de la obra de su padre, también quiso contribuir al nosocomio de la capital rionegrina y dispuso que la venta de los libros en la presentación realizada en el Centro Municipal de Cultura fuese a total beneficio de su asociación cooperadora. Además, en la misma línea de homenaje, quiso que el resultante de la venta en librerías se destinara  a la compra de un equipo de audio para los internos en el hogar de menores que lleva el nombre del ingeniero Adalberto Pagano.

El rescate de la obra del ingeniero Pagano

Ese año 2004, precisamente a partir de la presentación del libro titulado “Adalberto T. Pagano, una pasión rionegrina” marcó el inicio del rescate de la figura y personalidad del ingeniero Adalberto Pagano. Esa obra se agotó en su primera y reducida edición, y sería oportuno que el Estado de Río Negro se hiciera cargo de su reedición.

Uno de los aspectos de la trayectoria pública de Pagano que hasta ese momento no había tenido el relieve merecido era su desempeño como convencional constituyente en 1957, como representante del partido Demócrata de Río Negro que él mismo había fundado. En ese rol tuvo destacada actuación en el complejo debate por la cuestión del asiento de las autoridades de la incipiente provincia. Fue el autor del artículo que dispuso que Viedma fuese capital provisoria hasta que una ley fijara definitivamente la sede oficial y logró así destrabar la discusión, evitando también que la capital fuese llevada a General Roca.

También se conocieron los empeños de Pagano en el progreso de Viedma en la actividad turística, como impulsor de la construcción de un atractivo Hotel Nacional de Turismo sobre la avenida Costanera, obra que tomó bajo su responsabilidad a través del contrato respectivo desde la actividad privada, hasta su paralización en 1952. Ese edificio inconcluso fue después transferido a la provincia y se convirtió en asiento del ministerio de Economía y el desaparecido Banco de la Provincia de Río Negro.

El proyecto original, bajo la competencia de la Administración de Parques Nacionales, se relacionaba con el servicio del “Tren Blanco” (ese formidable tren expreso de coches motor plateados que unía Viedma con Bariloche en tiempo récord), e incluía una modernísima estación de servicios para automotores, del Automóvil Club Argentino, sobre la calle Sarmiento.

Pero en otras actividades de la esfera privada el ingeniero Pagano también fue, en Viedma como lo había sido de joven en Bahía Blanca, un verdadero precursor. Construyó silos de hormigón para almacenar granos para alimentar la hacienda, instaló acequias de material con un sistema de compuertas, dotó a su vivienda rural de comodidades no habituales en esos tiempos.

Sus últimos años de vida se dedicó sólo al campo Anay Ruca, en la meseta, y el establecimiento Olgadal sobre la costa del río. Retirado de la política, después de la candidatura a gobernador por el mismo partido Demócrata en los comicios de febrero de 1958, rechazó amigablemente el ofrecimiento que le hizo el gobernador electo Edgardo Castello para que ocupara la dirección de Vialidad de la provincia.

Una ley que espera

En el año 2005 la Legislatura de Río Negro sancionó por unanimidad una ley que, a instancias de un proyecto del diputado Jorge Pascual (Concertación para el Desarrollo, UCR) le otorgó la declaración de “de interés histórico y cultural” de la provincia de Río Negro a la totalidad de los edificios públicos (comisarías, hospitales, etc.) que fueron construidos durante la gestión del gobernador Pagano. El texto legal previó la realización de un inventario detallado de esos edificios, así como un relevamiento fotográfico documental de los mismos, previo a la colocación de carteles informativos en los frentes de esas construcciones. Nada de eso se ha cumplido, la ley de merecido homenaje al ingeniero Pagano y de prudente preservación de las obras que nos legó todavía espera.

La imagen que ilustra esta nota corresponde a la comisaría de la localidad sureña de Valcheta. La fotografía fue tomada antes que ese edificio fuera pintado con colores extravagantes, que en nada conservan el estilo original diseñado por Pagano. (APP)