Viedma.- (APP) El pasado 11 de octubre se realizó en Carmen de Patagones un emotivo homenaje a Dominga Ñancufil, recordada vecina del barrio Villa del Carmen que practicaba curaciones de cuerpo y espíritu sobre la base de antiguos saberes culturales mapuches, adquiridos durante su infancia y juventud en el paraje Yaminué, del sur rionegrino, en la meseta de Somuncurá.
Dominga, figura muy popular en los años 80 del siglo pasado, era consultada acerca de diverso tipo de dolencias por gente de la comarca de Patagones y Viedma, y también de otras localidades de la región; su prestigio e influencia sobre los sectores más humildes de la población –especialmente de origen mapuche- hizo que fuera integrada durante algún tiempo el equipo terapéutico del Hospital Neurosiquiátrico de la ciudad cabecera del distrito municipal bonaerense más austral .
La recordación, efectuada en la Casa de la Cultura de Carmen de Patagones, fue protagonizada por las actrices Gabriela Otero y Andrea Despó, con la proyección de un video documental con fotos de Dominga en vida -tomadas por Hebe Medrano-, fragmentos de una filmación de aquella época y testimonios de quienes la trataron y conocieron.
El acto fue emotivo y sencillo, carente de cualquier artificialidad, expresivo y cálido en la evocación de una personalidad vinculada con la religiosidad y sentido filosófico del pueblo mapuche, y por ello mismo respetada tanto por sus pares como por gente de formación europea.
Gabriela Otero, nacida en Viedma, era adolescente cuando conoció y trató a Dominga, porque el grupo teatral que integraba organizó un taller en el Neuropsiquiátrico de Patagones. Aquella experiencia la marcó profesionalmente como actriz y desde hace 20 años, radicada en San Carlos de Bariloche, es la directora de la Asociación Civil El Brote, que desarrolla actividades de arte terapia, con base en el área de Salud Mental del hospital Ramón Carrillo de la ciudad andina.
Andrea Despó, oriunda de Trelew, tiene ascendiente mapuche y desde su actividad teatral investiga y representa el rol particular de las machis, tal como ya lo hiciera con su espectáculo unipersonal “Sueños de agua”, sobre la vida de María Epul de Cañuqueo, de Cerro Negro, Chubut.
El trabajo conjunto de las dos teatristas fue valioso, sobre todo en el marco de la fecha elegida para la presentación: el 11 de octubre, popularmente conocido como “último día de libertad de los pueblos indígenas”, porque implicó el rescate y valorización de aspectos profundos y trascendentes del pensamiento ancestral mapuche.
Después de la representación se abrió el diálogo con aquellos presentes que quisieran evocar a Dominga Ñancufil .
En ese tramo del encuentro fue leída una carta del docente Rafael Zamaro, quien en los años 80 era sacerdote católico y como párroco del viedmense barrio Lavalle le pidió a Dominga que auxiliara a una familia afectada por severos problemas anímicos, logrando resultados satisfactorios.
También habló Jacinto Ñancufil, respetado lonko mapuche de Patagones, quien con mucha emoción recordó que, gracias al acompañamiento de Dominga, hace 50 años pudo librarse del flagelo del alcoholismo.
Varios parientes directos de Dominga Ñancufil sumaron sus vivencias junto a ella, poniendo énfasis en la austeridad, la solidaridad y el entusiasmo, como algunas de sus virtudes.
Cuando Gabriela Otero y Andrea Despó hicieron referencia a la participación de Dominga en terapias alternativas del Neuropsiquiátrico fue mencionado el médico siquiatra Arturo Philip, que la llevó a aquella institución cuando era su director entre 1982 y 1987.
Philip había comprendido las facultades de Dominga y creyó que ella podía ser de utilidad para la atención de algunas patologías. Este audaz punto de vista, que no reconocía antecedentes en la terapia psiquiátrica nacional, le valió al referido profesional amplio respaldo y prestigio con distinciones internacionales.
Pero también, al mismo tiempo, la presencia de Dominga como asistente terapéutica tuvo una cerrada crítica entre algunos referentes de la medicina local, con el apoyo de concejales municipales, que culminaron con la decisión municipal de dejar cesante a Philip, cerrar el Neuropsiquiátrico y también interrumpir el contrato de la machi mapuche, mientras por otra parte se radicaba una denuncia penal contra el médico.
La causa judicial terminó con el sobreseimiento de los supuestos delitos, y Philip fue reincorporado a la Municipalidad, aunque con funciones distintas. Más tarde, ya jubilado, se radicó en Francia, donde murió en el 2015.
Dominga se quedó sin la modesta remuneración municipal que recibía y volvió a sus sanaciones domésticas, por las cuales nunca quiso recibir ninguna forma de pago. Siguió viviendo en Villa del Carmen, ignorando las habladurías, hasta su muerte en 1992 cuando sólo tenía 54 años, rodeada de afecto de familia y vecinos.
El fuerte contraste cultural provocado por la presencia de Dominga Ñancufil en el ámbito formal de la medicina aplicada a las enfermedades de sufrimiento mental tuvo un final lamentable. La sociedad de Carmen de Patagones no estaba preparada para ese desafío, hace más de35 años.
Las cosas son bien distintas en esta segunda década del siglo 21, cuando hay interés y respeto por las expresiones de la cultura mapuche, se discute la plurinacionalidad étnica del Estado y se propugna la oficialización del mapudungun en las provincias patagónicas donde ya existen formas experimentales de escolaridad bilingüe.
El periodista Oscar Guisoni, argentino radicado en Europa, le hizo a Arturo Philip una extensa entrevista en su casa de un pequeño pueblo francés, en el año 2010. El relato del psiquiatra aporta valiosos datos para poner en contexto y comprender la importancia de la experiencia de Dominga. También contiene concretas acusaciones respecto de cómo se montó la campaña para perseguirlos.
Los interesados pueden leer la nota completa, publicada originalmente en la revista digital mexicana Gatopardo, si entran en el siguiente link: https://cronicasperiodisticas.wordpress.com/2010/09/04/el-psiquiatra-y-la-machi/
Con enfoque crítico y revelador todo ejercicio de memoria es constructivo, por eso el recuerdo de Dominga, la “doña Dominga de Villa del Carmen” es reparador del injusto olvido y levanta voces donde antes sólo hubo silencio. (APP)