La lluvia y un soneto de Borges/Por Jorge Castañeda

Valcheta.- (APP) La lluvia siempre me conmueve. Me trae recuerdos del pasado. De mi infancia. De aquellos años felices donde con mi hermano tirábamos barquitos de papel en el gua que corría por las cunetas.

Debajo de la puerta de la casa de mis padres mirábamos como el agua que se juntaba formaba figuras que muchos nos divertían,

Sera seguramente por esos recuerdos que los cuadros de Leonid Afremov con motivos de lluvia me dejan una cierta melancolía.

Y ese poema premonitorio del gran César Vallejo cuando dijo: “Me moriré en París y será con aguacero”.

En el campo cuando cae la lluvia sobre los techos de chapas de cinc su monótono repiquetear nos adormece y ¡Oh, Proust! me recuerda el olor a tortas fritas que mi madre freía.

Pero también la lluvia me recuerda una tarde impiadosa que al salir del Departamento de Humanidades donde estudiaba la carrera de Letras en la Universidad Nacional del Sur, un grupo de tareas tiró mis libros a la calle donde el agua de lluvia corría al  lado del cordón de la vereda.

Y recuerdo cómo llovia tristemente el día que falleció el general Perón.

Y como siempre tengo un cariz algo triste cuando llueve me identifico con esa maravillosa letra de Osiris Rodríguez Castillo “Domingo de Agua”.

Recuerdo como escribió Neruda cuando las goteras cantaban su canción de invierno. Es que la lluvia y los escritores se llevan de la mano.

¿No cantábamos acaso “que llueve, que llueva, la vieja está en la cueva”? Nunca supe quién era esa vieja que vivía en una cueva.

Hay un texto maravilloso en Rayuela de Cortázar donde la “Maga” arrojó su paraguas al Sena. Y los poemas de Lugones llenos de metáforas son geniales: “el trueno que es la palabra del rayo”. Pero para Lugones la lluvia en el campo tenía una connotación de cierta felicidad.

Hay utensilios que merecen un manual de instrucciones para usar los días de lluvia (con el perdón de Julio Cortázar). ¿Cómo abrir un paraguas? ¿Cómo abrocharse el impermeable que también se llamaba pilotín? Hermosa palabra éste con mucha musicalidad. Instrucciones para sacarse las botas de goma. Pregunto ¿Alguien se acuerda de las galochas? ¡No se usaban también unas capas con capucha?

Un amigo se envolvía el calzado con sendas bolsas de nylon para no embarrarse. Un genio.

La lluvia es una bendición para los campos. El campesino la espera siempre con esperanza. Cuando ha pasado todo parece nuevo. Y el aroma a tierra mojada está asociado a la lluvia.

Jorge Luis Borges escribió un soneto maravilloso sobre la lluvia. Como a Borges a mí también me trae recuerdo de mis queridos padres.

Dice Borges: “Bruscamente la tarde se ha aclarado/ porque ya cae la lluvia minuciosa. / Cae o cayó. La lluvia es una cosa/ que sin duda sucede en el pasado.  Quien la oye caer ha recobrado/ el tiempo en la suerte venturosa/ le reveló una flor llamada rosa/ y el curioso color del colorado.  Esta lluvia que cierra los cristales/ alegrará en perdidos arrabales/ las negras uvas de una parra en cierto/ patio que ya no existe. La mojada/ tarde me trae la voz deseada/ de mi padre que vuelve y que no ha muerto.

Hay una cierta tristeza en la lluvia. El tango, no podría ser de otra forma, le ha dedicado varias letras.

Amiga lluvia, tamborilea en mi alma con tu canción de hastío. Total que llueva, que llueva, si la vieja está en la cueva.