Valcheta.- (APP) “No hay que ponerse las sillas de cogotera ni volar a lo perdiz”.
Una larga amistad me supo unir a Mario José Franco, el último conductor que tuvo el peronismo rionegrino.
Hombre sencillo, de sabias palabras y formado con las lecturas de los libros del general Juan Perón, de Scalabrini Ortíz, de Leopoldo Marechal, de Arturo Jauretche y de otros pensadores nacionales.
Defensor de una América Latina unida la consideraba la Patria Grande que a todos nos cobijaría más allá de nuestras particularidades, como así también partidario de una alianza internacional de los pueblo de una Tercera Posición que alentaba Perón.
Como buen hombre del pueblo cuando hablaba era entendido por todos, pero sobre todo por la gente común de los pueblos y de las zonas rurales. Usaba refranes en sus discursos salidos del mismo pueblo. Por ejemplo decía que si era necesario las disputas se debían arreglar hacia adentro, aún a costa de “ponerse las sillas de cogotera”. También solía instar a trabajar por las grandes causas nacionales y no en los asuntos triviales de la política rapaz y partidaria, expresando que “los que volaban a lo perdiz se descogotaban en el primer alambrado”.
Hombre sobrio en el vestir y las costumbres supo ser incondicionalmente acompañado por Porota, su señora esposa, porque –decía- sin el apoyo de la familia nada se puede hacer.
Era partidario de una verdadera integración entre los movimientos nacionales. Y el mayor ejemplo es que en la Unidad Básica de Villa Regina, estaban en una pared los cuadros de Hipólito Irigoyen y de Juan Domingo Perón.
Sostenía que “hay que terminar con la politiquería pura del asistencialismo clientelista para volver a convencer a los ciudadanos con ideas que ofrezcan opciones y no esas prácticas vergonzantes y perimidas”.
Sabiamente opinaba que “Hay que ofrecer principios doctrinarios, argumentos sólidos, ideas rectoras para enfrentarlas con quienes tienen otros principios diferentes, sin que ello signifique peleas ni odios. Porque nadie en el mundo es dueño de la verdad absoluta, solamente Dios, y porque es la forma democrática de contender electoralmente. Y de esa manera se logrará corregir tantos errores y desviaciones que se vienen cometiendo y desmoralizan al ciudadano común”.
“El ciudadano –decía- tal vez no se da cuenta que en vez normas para hacer más eficiente la militancia política, ésta deviene en politiquería, tendiendo solamente al acomodo de punteros y amigos y que solo piensan en satisfacer sus bolsillos”.
“Es por esta realidad porque no les conviene, porque fomentando estas metodologías vergonzantes, de alguna manera o de la otra están obteniendo prebendas y beneficios y tratan de aparentar que están beneficiando al pueblo cuando los que se están beneficiando son ellos mismos”.
Tuve el privilegio de dar forma a su libro “Mis reflexiones”, y de mantener largas charlas en mi casa de Valcheta. Al leerlo se puede apreciar como sus palabras hoy ante la decadencia de la dirigencia ¿peronista? están más vigentes que nunca.