Viedma.- (APP) Se están llevando a cabo gestiones y algunos trabajos para que el reconocido catamarán Currú Leuvú II vuelva a recorrer el curso de agua. Desde hace años está atracado en una de sus orillas, esperando alguien lo rescate.
En Carmen de Patagones se viene trabajando desde hace un tiempo para que vuelva a la vida un viejo protagonista del río Negro, y por el cual miles de personas han navegado sus aguas en el último medio siglo: el catamarán Currú Leuvú II.
La tarea, por supuesto, no es sencilla. En medio de los avatares económicos que atraviesa nuestro país, la embarcación más famosa de la Comarca Viedma-Patagones se encuentra desde hace un tiempo atracado en la orilla, desde que fue imposible costear una serie de reparaciones necesarias para que pudiese seguir funcionando.
Incluso, años atrás –en plena pandemia- se habían comprometido recursos y hasta se había hablado de la posibilidad de enviarlo a un taller naval para su reparación y puesta en funcionamiento, pero todo este proyecto quedó en la nada. Parecía que el catamarán no vería nuevamente repetidos sus días más felices.
Sin embargo, esto no detuvo a la gente y a los amantes de este navío. De hecho, a partir de la creación de la Asociación Amigos del Catamarán, que se encuentra integrada por un grupo de entusiastas vecinos de la Comarca, se está trabajando en la recuperación de la nave emblema del río Negro.
Avances, se aclara, se han realizado, pero todavía resta mucho. El legislador rionegrino de Juntos Somos Río Negro, quien fuera también una de las piezas fundamentales para la creación de la entidad, Marcelo Szczygol, le aseguró a La Nueva que ya se ha trabajado en la reparación de los motores, del casco y de la línea de ejes, y que ahora resta la construcción de una hélice, que hay que hacer fundir.
“Teníamos el compromiso de tenerla ya, pero con el cambio de gobierno a nivel nacional se nos complicó un poco la puesta del catamarán en flotación”, destacó.
En ese sentido, señaló que en forma paralela se está aguardando que avance un expediente para que el Gobierno de la provincia de Buenos Aires realice un aporte de 10 millones de pesos para la reparación y puesta en funcionamiento de la nave.
“La gente se tiene que quedar tranquila, porque hasta aquí se trabajó a conciencia y se hizo una buena tarea”, reconoció.
El legislador aclaró que la falta de la hélice no representa un problema, aunque aclaró que también deberá llevarse a cabo una inspección final del casco, que correrá por parte de personal especializado perteneciente a la Prefectura Naval Argentina.
“Por supuesto, también debemos entender que hay otras prioridades en el país. Por esto, iremos paso a paso de acuerdo a la situación”, manifestó.
De cualquier modo, detalló que una vez que el catamarán esté nuevamente flotando y se amarre en el muelle de Prefectura, en Carmen de Patagones, se trabajará en la parte estética de la nave.
“Entendemos que en esa cuestión es algo donde se puede avanzar rápidamente. Por lo demás, esperemos que esto avance; por supuesto, yo seguiré apoyando, desde mi lugar, a la Asociación Amigos del Catamarán en lo que necesite”, destacó.
Aporte bonaerense
En su reciente visita al sur bonaerense, el ministro de Gobierno de la Provincia, Carlos Bianco, mantuvo una reunión con el vicegobernador de Río Negro, Pedro Pesatti, en la que se abordaron diversos temas estratégicos y se coordinó una agenda de trabajo en común, que incluyó temas vinculados a la producción agropecuaria y el riego, además de la recuperación de la nave emblema del río Negro.
“Desde el Gobierno de la provincia hemos gestionado un aporte de 10 millones de pesos para la reparación del catamarán que funciona en las ciudades de Carmen de Patagones y Viedma, que tiene una importancia central tanto para el turismo como para la integración de nuestras provincias”, explicó.
Por su parte, Pesatti expresó que Rio Negro tiene con la provincia de Buenos Aires un destino productivo en común, “por lo que es fundamental no perder de vista la integración de todas las políticas que podemos compartir”.
El primer regreso, en noviembre de 2003
Luego de 28 años, una mañana de la primera quincena de noviembre de 2003, el catamarán Currú Leuvú II, nave emblema del curso de agua más importante de la Patagonia, el río Negro, volvió a navegar luego de una minuciosa reparación y puesta en valor realizada por aquellos años.
Así fue como cerca del mediodía de una jornada cargada de fuertes sentimientos, la embarcación partió desde el muelle de lanchas maragato hacia su similar ferroviario, al pie del Puente Ferrocarretero. Desde ambas márgenes, gente que caminaba por el lugar y ocasionales automovilistas frenaban su andar para ver a la imponente nave surcando nuevamente las aguas y, seguramente, recordar bellas épocas de infancia.
Quince minutos habían pasado desde el mediodía cuando el catamarán amarró en puerto, donde era esperado por una concurrida comitiva, encabezada por el entonces gobernador rionegrino Pablo Verani, y acompañada por autoridades provinciales y municipales de la Comarca, además de invitados especiales y vecinos de ambas ciudades.
Al son de la banda de música de la Policía de Río Negro, el Currú Leuvú II inició su ingreso a la zona central del río, a las órdenes de Fernando Campisi (hijo del antiguo capitán Hugo Campisi) y con la presencia de Edgardo Bagli, uno de los gestores de la llegada de esta embarcación.
Luego de recorrer el río a la altura de la zona urbana de ambas ciudades, la nave llegó al muelle de pasajeros de la capital rionegrina, donde se realizó el acto central, para luego celebrar el regreso del Currú Leuvú II con un lunch sobre la misma embarcación.
En el barrio de La Boca
La fabricación de la nave, especial para el río Negro, se realizó allá por el año 1975 en Buenos Aires, en el barrio porteño de La Boca.
El «nacimiento», en aquel entonces, fue de mellizos; incluso, hasta hace un tiempo (y tal vez aun ocurra), el «hermano» de la embarcación patagónica vivía, en excelentes condiciones de conservación, en el Delta del Tigre.
Sin embargo, antes de arribar a la zona de la Comarca Carmen de Patagones y Viedma, el Currú Leuvú II arribó, arriba de un buque de grandes dimensiones, a Bahía Blanca.
Allí fue trasbordado a una nave menor, llamada Cándido Della Sala, que lo condujo hasta llegar a 10 kilómetros de distancia de la costa maragata, mar adentro.
En ese lugar permaneció dos días, a la espera de mejores condiciones climáticas –en ese momento había un temporal- para ingresar al río. Cuando la tempestad calmó, por intermedio del marino Bruce «El inglés» Trousdell, de Bahía San Blas, Fernando Campisi (padre), Fourmantin y Hugo Campisi lo llevaron hasta Viedma.
La llegada del catamarán al muelle de la capital rionegrina se llevó a cabo ante la presencia de unas 15 mil personas, que se congregaron ese 25 de septiembre de 1975 para darle la bienvenida por primera vez.
Fuente: Javier Cambarieri/lanueva.com