Viedma.- (APP) Importantes sectores de la comunidad capitalina, entre ellos los obreros de la construcción y otras entidades, han recibido con indisimulable contrariedad la decisión de los concejales de la oposición de rechazar la posibilidad de que el intendente José Luis Foulkes pudiera suscribir un crédito en el marco del Plan Castello para dedicarlo a los trabajos de asfalto y reasfalto de más de medio centenar de calles de la ciudad.
Esa dictamen fue elaborado por una de las comisiones del cuerpo parlamentario y existe todavía alguna esperanza que cuando se reúna el plenario del Concejo Deliberante, reconsidere los términos del expediente y la ciudad no se pierda la oportunidad de beneficiarse con ese ambicioso plan de pavimento en diferentes zonas.
Además, si no se toma el crédito equivalente a un millón trescientos mil dólares aproximadamente, esos fondos serán destinados a otros localidades de la provincia, y así Viedma verá diluida otra promesa de mejoramiento urbano.
Los cuestionamientos que se hacen escuchar hoy son contrarios a la actitud adoptada por los ediles y apuntan al contrasentido que se genera contra el clamor del vecindario que requiere en forma reiterada trabajos de asfalto, mejoramiento o reasfalto de calles, como una prioridad que se hace crítica en las jornadas lluviosas.
Tampoco se comparte el argumento contestatario referido a los riesgos del endeudamiento, ya que según las autoridades el total del crédito a pagar tiene un plazo de siete años, que se devuelve en cuotas semestrales.
Por otra parte el municipio tiene previsto un recupero de la inversión con el cobro a los frentistas, con planes de hasta 12 meses para los sectores de mayores ingresos, los medios hasta 24 y para los menores ingresos de hasta 36 meses.
Se adelantó que si hay frentistas que no pueden afrontar esas obligaciones los casos serán considerados como siempre se hizo con los otros servicios. El monto del crédito llega a un máximo del uno por ciento de los ingresos corrientes que tiene el municipio viedmense.
Hay que tener en cuenta que si se considera el recupero, se podrá invertir dos veces el fondo hasta tanto haya que hacer la devolución total, es decir que hay que computar muchas más de las cuadras a incluir en el plan inicial.
Ante estos argumentos no es fácil comprender la prevención de los ediles de la oposición, cuando el municipio de Viedma tiene en orden sus números, carece de deudas significativas y abona sueldos y proveedores en tiempo y forma.
Desde el oficialismo sostienen como una primera impresión que los representantes de los bloques opositores del Frente para la Victoria y el Frente Progresista, tienen como único objetivo evitar que el radical José Luis Foulkes obtenga réditos políticos con la realización de esas obras de asfalto.
Hay que preguntarse, por otra parte, de qué manera se puede avanzar y concretar obras publicas importantes si no se ocurre a fondos nacionales como se está haciendo o aprovechando créditos de la naturaleza de los que se están considerando.
Es necesario que los concejales de la oposición, incorporen a su vocación por las cuestiones públicas, un mínimo de coraje y audacia para sumarse a estas variantes que conducen a proyectos ambiciosos que ayuden al municipio a tomar los caminos más cortos para recuperar el tiempo histórico perdido.
Ese tiempo, testigo de fallas, indiferencia o cómoda resignación de su clase dirigente, permitió que se consagrara lo que hoy es una ciudad capital incompleta, por el retraso que tiene en su infraestructura en general y en materia de edificios públicos y pavimento y otras mejoras en particular, acordes con el funcionamiento de la administración, como sí tienen las restantes capitales al sur del río Colorado.
También hay que computar el hecho, muchas veces olvidado, de que entre 1957 y 1974 Viedma fue capital provisoria de la provincia, lapso que la condicionó a ser un centro político-.administrativo que por propia definición estableció una verdadera veda al progreso.
¿Qué gobernador podía disponer de fuertes inversiones en trabajos públicos de envergadura, en una ciudad capital que lo sería por el plazo de cinco años y cuyo destino final lo decidiría “una comisión especial designada al efecto”, como estableció la primer constitución de la provincia?
Con la llegada del gobernador Mario Franco y la definitiva capitalidad, algunas cosas cambiaron y unos pocos edificios se hicieron en forma esporádica, pero sin sujetarse a un proyecto de ciudad y muchos menos a cambiar el perfil urbano y arquitectónico de la más que bicentenaria Viedma.
Pero retrocediendo un poco más en el almanaque hay un caso parecido a esta situación de tironeo entre el oficialismo radical y la oposición sobre la realización o no del plan de pavimento con los fondos del Plan Castello.
La situación se planteó cuando en la década de los años 30, el entonces gobernador del territorio ingeniero Adalberto Pagano logró que se incluyeran en el presupuesto nacional novecientos mil pesos para la construcción de la avenida costanera, antigua aspiración de la ciudad.
A partir de ese momento hubo una guerra de comentarios cruzados entre los conservadores de la gobernación y los radicales que manejaban la intendencia sobre la paternidad de la obra o la adjudicación de los méritos entre ambos sectores para obtener ventajas ante el vecindario.
Como moraleja, el saldo fue que los novecientos mil pesos desaparecieron o nunca se utilizaron y los viedmenses tuvieron que esperar casi cuarenta años para que recién el gobernador de la novel provincia Edgardo Castello y el intendente municipal Guillermo Humble, entre 1958 y 1962, realizaran los primeros segmentos de la avenida costanera.
Es de esperar que los concejales del voto opositor al endeudamiento revisen su actitud y el sentido de su pronunciamiento, como un paso más para que Viedma deje de ser la capital inconclusa que demuestra hoy para transformarse en la gran capital de Río Negro que la comunidad desea. (APP)